Nos basta recordar un maravilloso pasaje, después de la Resurrección: el Señor se une en el camino a aquellos discípulos que están tristes y titubeantes en la fe y, cuando les ha abierto el sentido de las Escrituras, llegados a Emaús, hace como que se va. Cleofás y su compañero, con un modo de decir que tiene un no sé qué lleno de ternura divina y humana, le ruegan: mane nobiscum, quoniam advesperascit, et inclinata est iam dies (Lc 24.29); quédate con nosotros, porque sin ti se nos hace de noche (Carta nº 6, 10f, p. 67))
Yo he puesto en negrita lo que más me llama la atención, pero es la paráfrasis final la que me gusta más, porque recoge el quédate con nosotros y lo pone sobre que se hace de noche y el día está ya de caída en una síntesis que tiene un aire de oración muy propia de san Josemaría.
Esta escena es una de mis favoritas. Es sumamente melancólica . En la palabra advesperascit está la palabra vesper o sea el planeta Vesper, Venus fulgente en el crepúsculo..
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