lunes, 20 de junio de 2022

Libro de viejo de Jaime García-Máiquez

Este libro de Jaime García-Máiquez salió a la vez que el de su hermano Enrique. Los dos tienen el mismo formato, la misma estructura formal, el mismo autor del retrato (que aquí es un autorretrato), la misma viñeta de José Mateos. Son dos hermanos poetas y aquí han querido publicar a la vez sus libros, que son una maravilla de edición. Así es el colofón de este:

 

Pero cada uno de los dos libros es un mundo. Este, para empezar, tiene el doble de tamaño y está firmado al final (los mismos doscientos ejemplares) pero con tinta roja y una letra admirable, como de espadachín, como japonesa y del Siglo de Oro. Es un libro centrado en una etapa vital, el relato de la media vida de un padre de familia numerosa que se plantea dónde quedó la despreocupación del soltero que vivía a su ritmo y a su aire y daba por descontado todo lo que le rodeaba: su familia, el Puerto de Santa María, la poesía. 

Ahora en la mediana edad, sus hijos lo desordenan todo, lo convierten todo en una presión de tiempos y plazos y gastos: lo cuenta con gran sinceridad, hondura y un humor que no frivoliza nada de todas esas dificultades. A la vez, hay varios poemas a su infancia, su vida de niño en El Puerto, varios muy emocionantes a su madre, a recuerdos de ella: lo que él percibe ahora en toda su dificultad es el reverso de lo que él recibió, lo que le hace ahora estar todavía más agradecido.

Es un Libro de viejo: de alguien que se siente mayor (muy distinto de su libro de 2012 Oh, mundo), que ve todo ir a la muerte, alguien que habla en tres poemas excelentes sobre sus gafas (Gafas de cerca es un poema extraordinario, pero también lo son Gafas de lejos y Gafas de sol), y hace uno a su calvicie incipiente y otro a su gordura. Hay un poema, Librería de viejo, que es un excelente Memento mori, sobre la sensación de esas librerías, no la exquisitas, sino esas típicas donde aterrizan libros que ya eran mediocres desde el principio o excelentes, pero con ediciones pésimas, que le lleva a reflexiones, que recorren el libro, sobre la perduración, la inmortalidad, la fama y el sentido de la entrega. Otro poema extraordinario es sobre una procesión del Corpus, esa sensación de extrañeza de ver al Señor pasando entre las calles rodeado de nosotros, pobres gentes (el que lo vivió lo sabe) entre la incomprensión del mundo moderno, citando a Grosz y a Fellini como trasfondo. Y podría haber citado a Ensor.

Entre medias, versos excelentes, por ejemplo el deseo que se le antoja ya irrealizable, de estar "enclaustrado entre libros taciturnos" (22) o la descripción de las manos de sus hijos como "amasadas / con nívea masa madre" (39), también algunas observaciones como esa de que no se cree, de los telediarios, "ni el sol que nos prometen para el fin de semana" (25) o cuando teme por sus DVD "con esas complicadas películas de Bergman o Tarkovsky / (que a tu mezquina vanidad le gusta / que le gusten)" (48). 

El final de un poema parecía como que me retrataba:

He empezado a tener en la mirada
idéntico cinismo que dioptrías.
(...) Salgo de casa poco, más bien
nada. Lo que me gustaría
es jubilarme apresuradamente
cobrando una pensión que dé para comer,
quejarme y comprar libros.
Sólo tengo esperanzas en la Vida
Eterna. Como mucho
anhelo de este mundo con entusiasmo auténtico
la Parusía. Hoy por hoy,
ya de vuelta y revuelto de las cosas,
quiero ser viejo de una vez por todas (26).
Libro de viejo es un gran libro (se puede comprar aquí). Como los otros suyos, incluso los de sus heterónimos. Este es de madurez, en el mejor sentido de la palabra.

1 comentario:

  1. Libro delicioso , lo he leído en dos tardes . Recomendable .

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