No he tenido ninguna prisa en contar de lo poco que vi en agosto de este año por Valladolid. Lo último que se me ha quedado por recoger es la visita, la primera quizá en 30 años, a Segovia. Fuimos por Santa María la Real de Nieva y la llanura por la que íbamos, que nos llevó a una increíble vista de Segovia desde lejos, con el Alcázar y los montes al fondo, es como para recordarla.
No nos dio para mucho, paseamos por el centro, pasamos por delante de iglesias románicas, entramos en una que tenía que ver con los Reyes Católicos y entramos al fin en la Catedral, que es como la Nueva de Salamanca, gótico ya metidos en el XVI, una construcción monumental, de gran aire, con naves de altura impresionante, bóvedas estrelladas muy elegantes y rejas todas admirables. En cierto modo, era lo contrario de Santiago: todo del mismo periodo, todo unitario.
Íbamos sobre todo a ver la colección de pintura. Allí (no le hacen justicia mis fotos) había una Virgen con el Niño de Lorenzo de Ávila:
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