Y mira bien
si tienes mujer
que la trates con amory cortesía,porque hija adoptivade nuestro Señor.Y mire la mujerque ha de obedescerde coraçón con amora su maridoy serle lealy tenerle queridocomo a su Iglesiaamó Jesu Cristonuestro redemptor,por cuyo amorhan de tenermarido y mujerun querer y no querery un mismo coraçón.
Me gusta lo de tratar el marido a la mujer «con amor y cortesía» y eso por un sentido hondo, teológico, de que está queriendo a una que es hija de Dios.
En el caso de la mujer llamativamente cambia el orden de lo que dice san Pablo: aquí se le dice también a ella que quiera al marido teniendo de modelo al amor de Cristo por la Iglesia.
Lo que más me llamó la atención fue que el amor a Cristo de los dos sea lo que les haga tener un mismo corazón y «un querer y no querer», porque ahí me he encontrado el «idem velle, idem nolle» que se suele usar cuando se habla de la amistad, porque amistad debe existir también entre los esposos.
[esto no tiene nada que ver, es por despistar]
Todo esto en el siglo XVI. La gente ahora se supone que antes de 1968 el matrimonio era, no sé, una esclavitud de la mujer. Pues esto lo decían en catecismos en verso que cantaban los niños, supongo que para que lo oyeran los mayores. Me he acordado del matrimonio de Sancho Panza, que no pilla lejos en el tiempo: son modélicos él y su mujer, se llame como se llame, en lo que dice este catecismo, ahora que lo pienso.
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