Tras la visita al Monasterio de Rioseco fuimos avanzando por el valle de Manzanedo y nos metimos en dirección a Argés, que resultó ser un pueblo mínimo (en la wikipedia dicen que en 2010 había censada solamente una persona), con varios coches -era sábado- en torno a una abertura mínima en la mínima calle: nos dimos la vuelta y encontramos a media altura un prado y nos metimos y sacamos una manta y una tartera con tortilla hecha por mi madre: la tartera era la misma con la que yo había hecho el último picnic que recuerde, quizá hace 40 años. Nos supo, el jamón, las viandas, la tortilla, todo, a gloria, en aquel paisaje verde, de bosques y rocas.
Habíamos visto una indicación de un eremitorio, el de san Pedro, y allí que nos fuimos. Había una subidita y llegabas a una abertura en la roca:
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