Llegó por fin el primer fin de semana en el que nos pudimos mover por encima de las ridículas fronteras autonómicas. Para más alegría, el lunes era el Día de las letras gallegas, que -voy a decirlo con palabras de bisabuela- cada día me da más por saco, así que mejor fuera y además, un día festivo para hacer un puente.
Salté de Galicia a Castilla (y León), de Feijoo a Mañueco, los dos entre centro centrado y psoe-state-of-mind, y me paró la Guardia Civil, y además en un peaje: miraron mi matrícula, les di además el número de DNI y en las bases de datos de los tentáculos del sistema debo de estar limpio, porque me dejaron pasar. Todo fronteras, todo barreras en un mundo de centristas.
Yo estaba oyendo, todo contento, los dos programas de La caverna de Platón con Juan Bautista Fuentes, una maravilla, este primero, que se acaba demasiado pronto, y el segundo en el que habla a toda velocidad (lo recomiendo para exámenes de español de proficiency, madre mía qué velocidad) de sus planteamientos. Me impresionó un montón todo lo que dijo (aunque sus críticas a la técnica y a lo industrial no me acaban de cuadrar) en el que brilla al fondo la familia como realidad social central.
Y de estos días ¿cómo quedó la cosa? Perdimos 3-2. La última partida quedamos los dos con una ficha a falta de un 1 en el dado. Mis hermanas nos acabaron ganando a mi madre y a mí por un 1, fijaos cómo es la vida.
Lo de la nación de naciones se está haciendo realidad... Al final, extranjeros en nuestra propia tierra.
ResponderEliminarMenos mal que hace tiempo inicié mi exilio interior y vivo en un estado perpetuo de xenitéia.