Es hoy la fiesta de san Juan de Ávila. Yo estoy volviendo al principio con él, a releer Audi, filia. Ahí recoge una crítica a los que desprecian a los estudiosos dándoselas de evangélicos, pecando de soberbia de santidad:
tienen muy en la memoria, y también en la lengua, aquel dicho de San Pablo (1Co 8,1): La ciencia hincha, y la caridad edifica. Y con esto paréceles tener licencia de despreciar a los sabios como a gente hinchada y précianse a sí mismos como a gente llena de caridad y no advierten que están ellos hinchados con soberbia de santidad, que es más peligrosa que soberbia de letras, como cosa que nace de cosa mejor y por eso es ella peor. Aunque en la verdad, ni la ciencia ni las buenas obras producen ellas de sí esta mala polilla, mas la maldad del malo, que toma ocasión de lo bueno para se hinchar. Y pues así es, no deben luego despreciar a los sabios, pues que la sabiduría, de sí misma, no les es impedimento para ser humildes y santos, antes a muchos ha sido y es grande ocasión para serlo. Y juzgar que no lo son es una grande soberbia e injurioso juicio (651-2).
Creo que es una buena advertencia para mí, para no volverme perezoso con la ciencia. Hay una soberbia de las muchas letras, pero para llegar a ella hay que leer mucho. La otra está más a mano.
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