He acabado ya el libro de cartas de Florenski, del que he ido copiando aquí algunas cosas. Me queda la impresión de haber podido entrever una figura grandiosa, una inteligencia extrema, una sensibilidad exquisita, pero sobre todo un hombre preocupado constantemente por su familia, en medio de un trabajo agotador al servicio de un régimen que lo tenía encarcelado y a la vez lo explotaba. Es todo, en su vida y su muerte, una parodia del análisis marxista de la plusvalía, que sería irónica si no fuera tan trágica.
Solamente pongo otro pasaje:
Ayer estuve un rato en el bosque; los árboles están rojos, como envueltos en llamas; aquí los colores otoñales son especialmente intensos y variados. Pero estoy tan preocupado por vosotros que hasta el otoño, que tanto me gusta, me deja indiferente. Está haciendo un tiempo raro para las Solovki; a menudo luce el sol, hace calor, llueve poco y rara vez, y ni siquiera la niebla extiende su velo por el horizonte (248).Bueno, esto también:
En el camino de regreso, junto al sendero, a unos cuatro metros de mí, vi una perdiz nival. Estuvimos mirándonos largo rato, de manera que pude contemplarla a mi antojo. Es un ave maravillosa, blanca como la nieve o porcelana de calidad, muy elegante, con bonitos ojos oscuros, muy lisa, como torneada o modelada, y no tenía ningún miedo (263).
Esto es seis meses antes de que lo sacaran de las Solovki, acabado ya su trabajo sobre aprovechamiento de algas. En san Petersburgo lo fusilaron.
El libro es muy recomendable. La traducción se lee muy bien. Una pega: me ha fastidiado encontrar que las tres palabras en griego que copian, las copian mal.
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