En la biografía de Álvaro d'Ors se cuenta que de pequeño, todavía en Barcelona, por 1920, oyó lo siguiente a un anarquista, una frase que se le quedó grabada:
Que tothom li cali foc a casa seva!
¡Que todo el mundo le prenda fuego a su casa! (48)
Es lo que me da ganas de decir, lleno de vértigo, al pensar que pueda ganar el gagá Biden y los que están detrás, ese Extremo Centro de lo Políticamente Correcto que nos quieren llevar -con mucha suavidad, eso sí- a su huerto.
Yo, por simpatía, ahora entiendo a los que tenían miedo de que ganase Trump: a mí me dan ganas de quemarlo todo, poniéndome anarquista, cuando me imagino esa situación hipotética. Pero el anarquismo me dura un segundo, tras pensarlo medio segundo. Quizá gane Trump (tengo el pálpito de que sí, y de que incluso arrasará, pero no sé si es whisful thinking) o quizá no y será lógico fruto de lo que sembramos. Y Dios nos tendrá de su mano, aunque todo parezca más difícil. Con "más difícil" lo aplico a la gente de a pie; porque los que están en la pomada, nuestros psicópatas gobernantes, los principales medios de comunicación (con extraordinarias excepciones), el Ibex 25, las élites de extremo centro, estarán felices, repartiéndose entre sí los quesitos del Trivial Pursuit.
Entonces quemó mi casa o no?
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