[Hice esta reseña el 9 de octubre de 2020 y aprovecho para revisarla, sobre todo quitando elementos autobiográficos y comentarios que ahora me parecen secundarios o extemporáneos. Creo que ha quedado un texto más ajustado, según los modelos habituales de la crítica literaria. Sigo sin saber si acerté: si fuera por la casi unanimidad de los que lo han comentado, claramente no]
Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011), son los diarios de ese periodo de Ignacio Peyró. Lo leí primero con curiosidad y luego por el morbo de regodearme en el mal cuerpo que me estaba quedando.
Es un libro que son varios libros. A veces parece, sobre todo al principio, que quiere emular a los de la prosa cipotuda (el término quedó acuñado en un artículo memorable), metiendo incluso algunas expresiones groseras, como para demostrar que puede. Sorprende, porque el autor está muy lejos de ese mundo estético de barbas de tres días, pero en el fondo acabas comprobando que es lo mismo: presumir de bares y de cerrar tugurios. En todo caso es la versión burguesa de derechas de un movimiento en principio más a la izquierda, aunque todos se acaban encontrando en un glorioso lugar común: el Centro, incluso el Extremo Centro. En el resto del libro sí que se repite hasta la saciedad la temática de lugares de Madrid donde beber, a los que hace sentidas elegías cuando cierran, la parte más aburrida del libro, al menos para mí.
También es crónica política del mundillo de Madrid, podrido y encantado de conocerse: a un lado Zapatero y al otro Rajoy. Alrededor, Pepiño y Bono, Soraya y Cospedal, Anasagasti y Durán Lleida. En el prólogo dice Peyró de sí mismo que es wet; tuve que buscarlo en internet: wet es una persona sin opiniones firmes. Lo debió de bordar a base de escribir discursos para Cospedal y luego para Rajoy, a partir de 2011: este libro es la crónica de cómo llegó hasta allí, como el Lazarillo, que llegó a casarse con una barragana de Toledo. Las únicas convicciones que muestra en este libro Peyró son sobre vinos.
El libro es también su mirada al mundillo periodístico de la derecha, siendo él perfectamente de centro, como Rajoy, por otro lado. Habla mucho de Él Confidencial Digital y de Intereconomía: todo con un tono como muy de ascopena.
Hay unas cien páginas donde menudean las menciones al Opus Dei, porque tiene muchas personas de la Obra a su alrededor, que confían en él y lo ponen al frente de proyectos varios. Están los numerarios, con anillacos, fuera de época y con los pantalones demasiado cortos y las camisas no del todo planchadas y están los supernumerarios, con devociones ridículas y fracasos matrimoniales al fondo. A la Universidad de Navarra y sobre todo a la Facultad de Periodismo las ataca con persistencia.
La cultura que quiere Peyró tiene referentes con los que coincido, como José Jiménez Lozano y Carlos Pujol, y otros con los que no, los fundamentales para él, sobre todo Valentí Puig, básicamente escritores de centro, conservadores a lo Rajoy o Cameron, gente que sabe cómo son en realidad las cosas y que no se deja engañar por las pantallas que ellos mismos van contribuyendo a crear para adormecer a las masas. A Peyró parece que le gustan los escritores vaporosos en la línea francesa, tipo Modiano o Giono, escritores cagapoquito, con mucho París entre la niebla o que saben dónde se cocinan las mejores becadas. Él cita como referente a Juan Manuel Bonet, pero está a galaxias de distancia en conocimiento artístico y literario.
En la última parte va metiendo artículos y trozos de artículos que no acaban de encajar. Hay uno sobre Julio Iglesias: en cosas así sí que es Peyró muy de derechas. Coloca una columna contra el Power Point y otra contra Google, todo muy rancio. Luego critica los toros, con el argumento de que perjudican a la Marca España, en la línea margallesca.
Son diarios de cuando tenía entre 26 y 31 años, pero los revisa con 40, con suficiente edad como para corregir mucho de lo que chirría aquí. Esta dispersión entre varios diarios metidos en uno, sin que parezca, sobre todo al final, que haya hecho una lectura reposada del conjunto que hubiera evitado muchas repeticiones, no sé si se debe a los varios modelos que quiere imitar: Pla (pero le falta su finura y la agudeza), Umbral (pero no le salen los retratos como a él y le falta la capacidad de describir ambientes) y sobre todo a Trapiello, al que imita en lo más superficial sin conseguir alcanzarlo en lo fundamental.
Justo cuando estoy leyendo esto, llaman al timbre. El cartero me trae el libro de Peyró. No tengo, pues, criterio propio sobre su contenido. Pero quiero decirle que me gusta su libertad, don Ángel, y que por ella lo admiro.
ResponderEliminarEs un señor que escribe bien. Ha metido mucho de lo que fue publicando en contextos bien diversos y es dificil juzgar la obra como totalidad. Siempre lo malo de los escritores es que pueden acabanr escribiendo sobre uno.
ResponderEliminar"no se podía saber"
ResponderEliminarJLC
Estoy leyéndolo. Definitivamente, son varios libros. Y varias prosas.
ResponderEliminarTengo a Pompa y circunstancia en lista de espera y al final lo acabaré leyendo. Lo que tengo claro es que no leeré los Diarios del señor Peyró, después de leer esta entrada. Me fío de su criterio. Gracias por evitarme la pérdida de tiempo. Soy un ávido lector de Diarios y Epistolarios. El año pasado me compré los diarios de Lord Byron Esta primavera me puse a pintar la casa con mis hijos y encontré otro ejemplar de dichos Diarios comprado en 2008 y leído en 2010. Está claro que me voy haciendo mayor.
ResponderEliminar¡Gracias!
ResponderEliminarGracias!!!
ResponderEliminarFantástico post, coincido plenamente con su opinión sobre este libro. Aparte de lo que vd. apunta añado que el señor Peyró es un poquito fullero ya que cuela artículos del año 2016 cuando, supuestamente, el libro narra sus peripecias hasta 2011. Ha reutilizado artículos de aquí y de allá, lo que me parece un detalle bastante chusco. El precio del libro es excesivo para lo que contiene, primer y último libro de Peyró que compro. Por cierto, añado el cotilleo de que tiene una novia bastante fea, muy poca cosa para las aspiraciones vitales de este escritor. Saludos cordiales.
ResponderEliminarAcabo de leer el artículo "De curas y de libros" de Carlo Boyero (El País, 24/II/ 2024) y, hablando de libros, pone por las nubes a Ignacio Peyro "brillante, original e imprevisible" comentando sus obras "Comimos y bebimos" y "Ya sentarás cabeza"...
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