Yo dos meses antes no sabía que iba a estar otra vez por Italia y menos que luego iba a pasar tres semanas en Florencia: pero todo fue cuadrando, surgió la idea de hacer el viaje que ya he estado contando aquí, como continuación del de hace dos años, y a la vez se abrió la posibilidad de pasar las tres semanas que habitualmente estoy en verano «de convivencias» en Florencia. Yo nunca me lo había planteado seriamente, por el calor, pero con ese empujón tuve la grandísima fortuna de estar en esa ciudad de ensueño, una de las experiencias más intensas de mi vida.
Florencia es por un lado menos (mosquitos tremendos, calor infatigable e insistente, calles del centro agobiantes de turistas, bicis, coches: eso lo peor de allí) y por otro es mucho más, muchísimo más de lo que yo podía suponer.
Teníamos las mañanas para ir visitando sitios. Con ese plan yo estaba feliz, porque las horas de calor las pasábamos a cubierto, a salvo del calor y los mosquitos. A mí las villas de la Toscana como ideal idílico al que retirarse se me han hundido como mito, la verdad: mejor verlas en foto, o en febrero (si cayera esa breva, que ya puede ser demasiado desear).
En Florencia lo primero que visitamos fue la capilla Brancacci, con frescos de Masaccio. Está en el convento del Carmen, al otro lado del río. Ocupa un lado del crucero, una reliquia del Quattrocento dentro de lo que ahora es una iglesia barroca tremendísima, un poco demasiado.
Esto es lo que se ve desde el centro de la iglesia, ese espacio al fondo que conservaron, aunque con cambios en el centro y la parte de arriba:
Para que os hagáis una idea, de cerca:
Son frescos, algo a lo que no estamos muy acostumbrados en España. Y esto son de los primeros que avanzan las novedades que llamarán renacentistas. Son de Masaccio (algunos son de Masolino), con temas de la vida de san Pedro y una visión nueva, un modo nuevo de pintar que se concreta en cuestiones como la del uso de la perspectiva y un nuevo realismo.
Aquí tenéis el pago al César, con tres escenas puestas en una, tres san Pedros, uno cogiendo de un pez una moneda, en el medio hablando con el Señor y a la derecha pagando el impuesto:
Aquí se representa la resurrección de un joven. A la derecha está san Pedro en la Cátedra. Aquí intervino mucho Filippino Lippi y creo que se nota:
[Tenéis muchas fotos en wikimedia]
La famosísima expulsión del Paraíso:
Así, como si nada, Masaccio cambió la historia del arte mundial, con ese modo de pintar, con esa expresividad de Adán y Eva en el dolor, con el estudio anatómico basado en el arte clásico, de alguien que murió con 28 años.
Y yo tenía tres semanas por delante para disfrutar en directo de lugares como este.
Florencia es por un lado menos (mosquitos tremendos, calor infatigable e insistente, calles del centro agobiantes de turistas, bicis, coches: eso lo peor de allí) y por otro es mucho más, muchísimo más de lo que yo podía suponer.
Teníamos las mañanas para ir visitando sitios. Con ese plan yo estaba feliz, porque las horas de calor las pasábamos a cubierto, a salvo del calor y los mosquitos. A mí las villas de la Toscana como ideal idílico al que retirarse se me han hundido como mito, la verdad: mejor verlas en foto, o en febrero (si cayera esa breva, que ya puede ser demasiado desear).
En Florencia lo primero que visitamos fue la capilla Brancacci, con frescos de Masaccio. Está en el convento del Carmen, al otro lado del río. Ocupa un lado del crucero, una reliquia del Quattrocento dentro de lo que ahora es una iglesia barroca tremendísima, un poco demasiado.
Esto es lo que se ve desde el centro de la iglesia, ese espacio al fondo que conservaron, aunque con cambios en el centro y la parte de arriba:
Para que os hagáis una idea, de cerca:
Son frescos, algo a lo que no estamos muy acostumbrados en España. Y esto son de los primeros que avanzan las novedades que llamarán renacentistas. Son de Masaccio (algunos son de Masolino), con temas de la vida de san Pedro y una visión nueva, un modo nuevo de pintar que se concreta en cuestiones como la del uso de la perspectiva y un nuevo realismo.
Aquí tenéis el pago al César, con tres escenas puestas en una, tres san Pedros, uno cogiendo de un pez una moneda, en el medio hablando con el Señor y a la derecha pagando el impuesto:
Aquí se representa la resurrección de un joven. A la derecha está san Pedro en la Cátedra. Aquí intervino mucho Filippino Lippi y creo que se nota:
[Tenéis muchas fotos en wikimedia]
La famosísima expulsión del Paraíso:
Así, como si nada, Masaccio cambió la historia del arte mundial, con ese modo de pintar, con esa expresividad de Adán y Eva en el dolor, con el estudio anatómico basado en el arte clásico, de alguien que murió con 28 años.
Y yo tenía tres semanas por delante para disfrutar en directo de lugares como este.
No hay comentarios:
Publicar un comentario