El viaje de Milán a Florencia tuvo dos partes: los sitios nuevos (Milán - Mantua - Padua) y los ya visitados antes (Urbino y Siena).
En Urbino todo me supo como a nuevo, pero mejor, como a algo reconocido, re-vivido respecto a la primera vez.
Para llegar tuvimos que navegar por un tráfico horrísono todo el tiempo. Varias veces casi me como el cristal en aquella autopista que llevaba a millones de camiones y a miles de turistas hacia el sur de Italia por el Adriático. Cuando nos desviamos por la carretera secundaria a Urbino, un camión griego nos hizo ir a paso de burra: pudimos ver despacio los bosques que lo rodean, muy bonitos.
El 1 de agosto a primera hora ya estábamos preparados para Urbino. Estuvimos primero en la iglesia de san Francisco, donde vimos a muchas señoras tocar un busto de bronce del Padre Pío. Tengo que presumir aquí (dónde si no) de que acerté con el cuadro central de la iglesia: era de Barocci, pero es que sabía que es un pintor de Urbino, que además gusta de poner en sus cuadros su propia ciudad, sobre todo el palacio del Duque (mirad este cuadro suyo en El Prado), justo lo que íbamos a volver a visitar, ahora convertido en la Galería Nacional de las Marcas, mi museo pequeño favorito del mundo: un palacio renacentista que es la quintaesencia de la armonía, con obras que son la maravilla de las maravillas. Pero mejor os reenvío primero a lo que ya puse aquí hace dos años (uno y dos).
Por añadir algo, detalles arquitectónicos:
Sí que me voy a parar en la sala donde está el cuadro de La ciudad ideal, sólo ese cuadro:
Está cubierto en metacrilato, así que te podías acercar todo lo que quisieras:
Yo hice muchas fotos de detalles, de ventanas entreabiertas:
Del paisaje al fondo:
De los agarraderos junto a las ventanas:
Luego me fui encontrando cosas de este cuadro por todos los sitios por donde pasaba por Italia: ha tenido una influencia brutal.
En Urbino todo me supo como a nuevo, pero mejor, como a algo reconocido, re-vivido respecto a la primera vez.
Para llegar tuvimos que navegar por un tráfico horrísono todo el tiempo. Varias veces casi me como el cristal en aquella autopista que llevaba a millones de camiones y a miles de turistas hacia el sur de Italia por el Adriático. Cuando nos desviamos por la carretera secundaria a Urbino, un camión griego nos hizo ir a paso de burra: pudimos ver despacio los bosques que lo rodean, muy bonitos.
El 1 de agosto a primera hora ya estábamos preparados para Urbino. Estuvimos primero en la iglesia de san Francisco, donde vimos a muchas señoras tocar un busto de bronce del Padre Pío. Tengo que presumir aquí (dónde si no) de que acerté con el cuadro central de la iglesia: era de Barocci, pero es que sabía que es un pintor de Urbino, que además gusta de poner en sus cuadros su propia ciudad, sobre todo el palacio del Duque (mirad este cuadro suyo en El Prado), justo lo que íbamos a volver a visitar, ahora convertido en la Galería Nacional de las Marcas, mi museo pequeño favorito del mundo: un palacio renacentista que es la quintaesencia de la armonía, con obras que son la maravilla de las maravillas. Pero mejor os reenvío primero a lo que ya puse aquí hace dos años (uno y dos).
Por añadir algo, detalles arquitectónicos:
Sí que me voy a parar en la sala donde está el cuadro de La ciudad ideal, sólo ese cuadro:
Está cubierto en metacrilato, así que te podías acercar todo lo que quisieras:
Yo hice muchas fotos de detalles, de ventanas entreabiertas:
Del paisaje al fondo:
De los agarraderos junto a las ventanas:
Luego me fui encontrando cosas de este cuadro por todos los sitios por donde pasaba por Italia: ha tenido una influencia brutal.
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