Ha revivido mi interés por la política, que descubro otra vez que es un poco como la Fórmula 1, que cuando gana el tuyo te gusta. Es más, claro, que eso: yo ahora voy repartiendo prebendas imaginarias -pero muy jugosas- a amigos de por ahí abajo y me paso un rato muy entretenido.
También ayer salí de mi torre de marfil de la Facultad para algo tan prosaico como pasar la ITV. Media hora estuvo mi coche sufriendo revisiones exhaustivas. El momento cómico fue cuando me dijeron que pusiera las luces largas y yo no sabía: intenté explicarle al técnico -un gran profesional, me impresionó- que es que yo en realidad ya no las utilizaba, porque tengo un sistema automático y además en autovía no me hacen falta y en carreteras como las de Arzúa es bobada, de tantos coches como tienes enfrente, pero me reconvino con que debía saberlo y hasta me lo explicó para que lo aprendiera (la pulsión socialdemócrata). Luego me dijo que pusiera los cuatro intermitentes y le pregunté que cómo y me dejó pensarlo y es cuando di el botón del triángulo de emergencia: qué mal alumno soy de las cosas básicas de la vida.
Metido ya hasta las cachas en la exploración de la realidad, paré en el polígono de Costa Vella y me metí primero en Decathlon y casi me da un mareo de tanta cosas deportiva como había y luego entré por primera vez en mi vida en Media Markt (a pesar de su marketing, tan odioso): qué teles gigantes tenían de 65 pulgadas por 2500 euros, aquellas imágenes eran más que la realidad de verdad.
También ayer salí de mi torre de marfil de la Facultad para algo tan prosaico como pasar la ITV. Media hora estuvo mi coche sufriendo revisiones exhaustivas. El momento cómico fue cuando me dijeron que pusiera las luces largas y yo no sabía: intenté explicarle al técnico -un gran profesional, me impresionó- que es que yo en realidad ya no las utilizaba, porque tengo un sistema automático y además en autovía no me hacen falta y en carreteras como las de Arzúa es bobada, de tantos coches como tienes enfrente, pero me reconvino con que debía saberlo y hasta me lo explicó para que lo aprendiera (la pulsión socialdemócrata). Luego me dijo que pusiera los cuatro intermitentes y le pregunté que cómo y me dejó pensarlo y es cuando di el botón del triángulo de emergencia: qué mal alumno soy de las cosas básicas de la vida.
Metido ya hasta las cachas en la exploración de la realidad, paré en el polígono de Costa Vella y me metí primero en Decathlon y casi me da un mareo de tanta cosas deportiva como había y luego entré por primera vez en mi vida en Media Markt (a pesar de su marketing, tan odioso): qué teles gigantes tenían de 65 pulgadas por 2500 euros, aquellas imágenes eran más que la realidad de verdad.
Gracias por la prebenda, sea cual sea, que viniendo de ti me fío, y además es imaginaria, para colmo de perfecciones.
ResponderEliminarQué gracia. YO pasé la ITV del coche de Leonor y no sabía poner las luces de niebla, qué coincidencia.
Un placer volver a tu blog. Yo tampoco sirvo para la realidad más material , ni siquiera cocino.
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