Pues por fin me puse gafas («puse gafas» se dice por aquí) y he estado todo el fin de semana con ellas puestas, a ver si me acostumbro a la progresividad (que no al progresismo).
Me dicen que parezco más listo y yo me alegro una barbaridad. Ya ensayo el gesto de subirlas presionando el dedo en el centro. En unos días, me las pondré y quitaré a cada poco, con estudiada naturalidad.
Ver el mundo con estos intermediadores no deja de ser raro, como una complicación más, pero a todo hay que acostumbrarse.
Percibo ahora detalles que había perdido: el dorso de mi mano está lleno de detalles (por no decir de pelos), leo con facilidad letritas pequeñas, está muy bien esto de ver como antes.
Bienvenido.
ResponderEliminar¡Jaja! Tal cual. ¿Y manchitas en la mano (que ya no son pecas sino manchas de... la edad)?
ResponderEliminarYo tengo gafas desde los tres años, te acostumbras
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