En esta palinodia mía sigo una acreditada tradición desde el poeta Estesícoro, quien, según cuenta Platón en el Fedro, se quedó ciego por haber acusado a Helena y sólo se curó gracias a un antiguo rito purificatorio (καθαρμὸς ἀρχαῖος) consistente en escribir un poema de retractación (παλινῳδία), del que quedan estos versos:
A lo que iba: varias veces he hablado mal de Ulises aquí. Ahora que estamos leyendo otra vez la Odisea, he de reconocer que estaba completamente equivocado: no tengo nada que criticarle. Su actitud ante Tersites en la Ilíada la rectifica múltiples veces en la Odisea: es golpeado, insultado, despreciado por los que se creen superiores y a los que castigará convenientemente. A lo largo de la obra, soporta males sin cuento con una paciencia admirable. Cuando descubre que sus hombres han desatado el odre de los vientos y que en vez de estar al lado de casa se han alejado otra vez hasta el extremo del mundo dice: ἀλλ' ἔτλην καὶ ἔμεινα, καλυψάμενος δ' ἐνὶ νηῒ / κείμην «sufrí y resistí y, envolviéndome todo en mi manto / me acosté en el bajel» (10.53-54 trad. de J. M. Pabón).
Así que no puedo más que citar aquí el inicio del canto VI, elogiando a «Ulises divino, el de heroica paciencia» πολύτλας δῖος Ὀδυσσεὺς.
No es verdad ese relato:Hecho esto, continúa Platón, Estesícoro de seguido volvió a ver (παραχρῆμα ἀνέβλεψεν), que es lo que me está pasando a mí con las gafas ahora, cuando miro las letras pequeñas.
ni fuiste en las naves de buenos remos,
ni alcanzaste la ciudadela de Troya.
οὐκ ἔστ' ἔτυμος λόγος οὗτος,
οὐδ' ἔβας ἐν νηυσὶν εὐσέλμοις,
οὐδ' ἵκεο Πέργαμα Τροίας.
A lo que iba: varias veces he hablado mal de Ulises aquí. Ahora que estamos leyendo otra vez la Odisea, he de reconocer que estaba completamente equivocado: no tengo nada que criticarle. Su actitud ante Tersites en la Ilíada la rectifica múltiples veces en la Odisea: es golpeado, insultado, despreciado por los que se creen superiores y a los que castigará convenientemente. A lo largo de la obra, soporta males sin cuento con una paciencia admirable. Cuando descubre que sus hombres han desatado el odre de los vientos y que en vez de estar al lado de casa se han alejado otra vez hasta el extremo del mundo dice: ἀλλ' ἔτλην καὶ ἔμεινα, καλυψάμενος δ' ἐνὶ νηῒ / κείμην «sufrí y resistí y, envolviéndome todo en mi manto / me acosté en el bajel» (10.53-54 trad. de J. M. Pabón).
Así que no puedo más que citar aquí el inicio del canto VI, elogiando a «Ulises divino, el de heroica paciencia» πολύτλας δῖος Ὀδυσσεὺς.
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