La palabra identidad no seré ya yo quien la ataque.
Me acordé de que se contaba de un filósofo, con aura de especialmente especulativo, que se tumbaba en un sillón delante de la siguiente expresiòn matemática: «1=1». A mí esto me impresionaba siempre. Que un filósofo, un matemático o un lógico se pasen las horas muertas pensando en «1=1» me sobrecoge.
Lo que no soporto es cuando alguien dice «mi identidad» o «nuestra identidad», que no tiene nada que ver con «1=1», sino con «mi 1 ≠ a tu 1». Y eso mismo, pero con «nuestro», me rompe las neuronas también, pero a pares.
Y todo esto a cuento de que vimos Múltiple (en Hispanoamérica Fragmentado y en el original Split), una película de suspense psicológico de Shyamalan, director al que admiro mucho y que nunca (a diferencia de lo que le pasó al resto de la humanidad, según parece), me ha decepcionado.
A lo que iba: es una película que no sé cómo no destripar aquí, pero en la que hay una psiquiatra que quiere proteger las identidades partidas del protagonista (una especie de esquizofrénico a la n), en vez de procurar volverlo a su unidad básica consigo mismo: protege sus identidades frente a su identidad. Yo pensé, viéndola, en los nacionalistas catalanes.
Por lo demás es una película, ya digo, que disfruté mucho: tiene elementos de cuento tradicional (por ejemplo la importancia del nombre propio) y cosas que enlazan con elementos claves de otra película suya, El bosque (en inglés The Village, que me impresionó mucho también), especialmente la reelaboración de la noble mentira de la República de Platón.
Me acordé de que se contaba de un filósofo, con aura de especialmente especulativo, que se tumbaba en un sillón delante de la siguiente expresiòn matemática: «1=1». A mí esto me impresionaba siempre. Que un filósofo, un matemático o un lógico se pasen las horas muertas pensando en «1=1» me sobrecoge.
Lo que no soporto es cuando alguien dice «mi identidad» o «nuestra identidad», que no tiene nada que ver con «1=1», sino con «mi 1 ≠ a tu 1». Y eso mismo, pero con «nuestro», me rompe las neuronas también, pero a pares.
Y todo esto a cuento de que vimos Múltiple (en Hispanoamérica Fragmentado y en el original Split), una película de suspense psicológico de Shyamalan, director al que admiro mucho y que nunca (a diferencia de lo que le pasó al resto de la humanidad, según parece), me ha decepcionado.
A lo que iba: es una película que no sé cómo no destripar aquí, pero en la que hay una psiquiatra que quiere proteger las identidades partidas del protagonista (una especie de esquizofrénico a la n), en vez de procurar volverlo a su unidad básica consigo mismo: protege sus identidades frente a su identidad. Yo pensé, viéndola, en los nacionalistas catalanes.
Por lo demás es una película, ya digo, que disfruté mucho: tiene elementos de cuento tradicional (por ejemplo la importancia del nombre propio) y cosas que enlazan con elementos claves de otra película suya, El bosque (en inglés The Village, que me impresionó mucho también), especialmente la reelaboración de la noble mentira de la República de Platón.
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