El sábado amaneció igual de brillante. Pasar de noviembre a mayo (en pleno junio) y de golpe y con la luz de Burgos fue todo un regalo.
Pasé por la antigua estación a la zona donde han puesto una rotonda dedicada al Diario de Burgos, con estatua de bronce incluida de como una niña repartidora de periódicos: muy tópico y muy quedabién en el ambiente burgués burgalés. Pero es el periódico que nos llegaba de pequeños todos los días. Mi padre colaboraba en él, mandando crónicas de Castrojeriz. Mi padre hacía miles de cosas y si se le acababan las habituales, buscaba otras: el equipo de fútbol, buscar en los archivos parroquiales, enseñar el pueblo a uno de los escasos peregrinos de entonces, estar en el Ayuntamiento, ser director de la escuela, coger los datos de una estación meteorológica.
Iba a Misa y acabé en la Residencia Sacerdotal, en el Paseo de los Cubos. Celebró un grupo de sacerdotes muy mayores y con pinta de ser muy buenos. Se me ocurrió allí que no he conocido a ningún cura malo. No digo que no los haya, pero en ese caso, he tenido una grandísima suerte. Un conocido me habló de quiere hacer un libro de entrevistas a sacerdotes de una diócesis fuera de España, muy castigada por problemas de abusos, para recoger los testimonios de los que se mantuvieron fieles en medio de una universal condena.
Al salir, me di con esta portada, no especialmente llamativa, pero tenía una inscripción y la leí, como hacía siempre mi padre:
Dejo todas las faltas de ortografía para que le den más sabor:
También me dio para pasar otra vez por la puerta de mi Instituto:
En la inscripción se dice que lo fundó el Cardenal Íñigo López, hijo de los condes de Miranda y nieto del Condestable. Es una lista de toda la familia, todos bien linajudos.
Pasé por la antigua estación a la zona donde han puesto una rotonda dedicada al Diario de Burgos, con estatua de bronce incluida de como una niña repartidora de periódicos: muy tópico y muy quedabién en el ambiente burgués burgalés. Pero es el periódico que nos llegaba de pequeños todos los días. Mi padre colaboraba en él, mandando crónicas de Castrojeriz. Mi padre hacía miles de cosas y si se le acababan las habituales, buscaba otras: el equipo de fútbol, buscar en los archivos parroquiales, enseñar el pueblo a uno de los escasos peregrinos de entonces, estar en el Ayuntamiento, ser director de la escuela, coger los datos de una estación meteorológica.
Iba a Misa y acabé en la Residencia Sacerdotal, en el Paseo de los Cubos. Celebró un grupo de sacerdotes muy mayores y con pinta de ser muy buenos. Se me ocurrió allí que no he conocido a ningún cura malo. No digo que no los haya, pero en ese caso, he tenido una grandísima suerte. Un conocido me habló de quiere hacer un libro de entrevistas a sacerdotes de una diócesis fuera de España, muy castigada por problemas de abusos, para recoger los testimonios de los que se mantuvieron fieles en medio de una universal condena.
Al salir, me di con esta portada, no especialmente llamativa, pero tenía una inscripción y la leí, como hacía siempre mi padre:
Dejo todas las faltas de ortografía para que le den más sabor:
Este hospital de zirugia de la bocación de san Julián y san Quirce fundó y dotó la buena memoria del señor don Gerónimo Pardo Abbad de san Quirce y Canónigo que fue de la santa Iglesia de Burgos en fin de julio de mil y seiscientos cincuenta y cinco. Año de 1661.
También me dio para pasar otra vez por la puerta de mi Instituto:
En la inscripción se dice que lo fundó el Cardenal Íñigo López, hijo de los condes de Miranda y nieto del Condestable. Es una lista de toda la familia, todos bien linajudos.
Acaso sea por falta de explicaciones, pero el comentario acerca de los abusos y de "los que se mantuvieron fieles en medio de una universal condena", reconozco que es desconcertante para mí.
ResponderEliminarPrimero: las víctimas, en los casos de abuso, no son ni los eclesiásticos, abusadores o no, ni la Iglesia: son quienes los sufren. Segundo: la "universal condena" a los abusos y a quienes los cometen es, pienso, lo que cabe en justicia esperar; no entiendo que no se condene a los abusadores.
Sentado esto, mantenerse fiel ¿a quién, o a qué? Repito que no lo entiendo.
A ver, te lo voy a explicar: mantenerse fieles es a Dios; ¿a quién si no, en ese contexto.
ResponderEliminar"La universal condena" es la condena a los sacerdotes por el mero hecho de serlo.
Desde luego, ni yo ni mucha gente que conozco condenan a los sacerdotes; los delitos (porque de eso hablamos) son individuales, y en la condición sacerdotal nada hay en sí condenable, y sí mucho que elogiar y admirar. No creo, sin embargo, que tal como estaba redactada tu frase quedara clara tu intención.
EliminarSerá que soy incapaz de explicar las cosas, será eso.
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