Otra vez el beato Newman, sobre razón y fe, en concreto sobre la fuerza de la Verdad:
Así pensarán, sobre todo, las multitudes incontables de personas que, en el transcurso de las pruebas de esta vida, se ven agobiadas de vez en cuando bajo el peso de la aflicción o sienten la angustia del dolor corporal. Ésta será para ellas la hora firme de la Verdad. Sin que la vean ni la oigan masivamente, la Verdad se acerca a cada ser humano, según su turno, en momentos distintos. Es entonces cuando los poderes del mundo, sus criterios y sus esfuerzos, por vigorosos que parecieran durante la carrera, pierden terreno y la Verdad con su paso lento lo gana. Entonces, si bien el mundo, visto exteriormente, siempre parece que va corriendo con prisas por la pendiente del pecado y la infidelidad declarada, diez mil obstáculos secretos enviados por la gracia de Dios entorpecen las ruedas de sus carros y vuelven pesado su movimiento, preservándolo así de la ruina completa (148).Es muy consolador, la verdad. Es como lo del anzuelo del que tira Dios cuando parece que el pecador está muy lejos, aquella imagen de Chesterton que recuperó Waugh en Retorno a Brideshead..
Muy aguda, esa forma de darle la vuelta al descalabro del Faraón...
ResponderEliminarMuy bien visto, sí.
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