Hay un barrio de Burgos que se llama el G-3, para que luego acusen a mi ciudad natal de levítica. Yo propongo que se quede con él, porque visto cómo está el patio seguro que el nombre que le pondrían sería peor, en una ciudad en crisis post-levítica como está Burgos ahora, que da la impresión de que se quiere reinventar poniendo como referente único a Atapuerca.
Teníamos que ir por allí, así que aprovechamos para dar un paseo. Hay parques enormes y espacios vacíos como de Vladivostok. Faltaba un frío soviético para que la estampa encajara del todo.
De allí propuse que fuéramos a la Cartuja. La Cartuja es siempre una maravilla: paz, árboles, frío. Volvimos a ver al san Bruno de Pereira, nos pasmamos ante la tumba de Juan II y del pobre hijo de los Reyes Católicos, volvimos a fijarnos en el retablo de Gil de Siloé.
Pero dejadme que ponga alguna foto mía.
La Anunciación de Berruguete está ahora en esa zona de exposición que han hecho en las capillas laterales. Qué bien ver algo de Berruguete (de Pedro Berruguete, claro). Quizá le falte un poquito de hondura, pero qué bien pintado está ese cuadro, qué bien los detalles, la perspectiva, las texturas, las telas:
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