El último día que pasé en Burgos, mi madre acabó decidiendo que haría borrajas.
Se puso un guante de plástico, porque parece que manchan al cortarlas. Son como lechugas o acelgas, pero lo que fue partiendo en trocitos fueron las «ramas». Eran varios ramos, pero quedaban en poca cosa sin las hojas y en menos todavía después de cocidos.
Las puso a fuego lento creo que sobre aceite y trozos de cebolla. Añadió dos patatas y hasta un huevo, porque si no, hubiéramos comido tapas de borrajas en realidad.
Aquello llevaba su tiempo, que pasamos tan ricamente, comentando la jugada.
Le salieron muy buenas, como todo lo que hace.
Como borrajas cada semana, a veces hasta dos veces. Hay que encontrarles la gracia porque por sí mismas casi no saben a nada. también existen los cardos, tradicionales en Navidad. Hemos comido más de una vez estas fiestas pasadas.
ResponderEliminarun abrazo
Las borrajas que hace mi madre están muy buenas, aunque es verdad que es un plato de sabor atenuado.
EliminarA veces mi mujer hace como tortilla de borrajas las que han sobrado para la comida. Vuelvo de Lleida y me las encuentro así, tan de otro tiempo. También es verdad que no tenemos ni madres ni padres ninguno de los dos, ahora ya.
EliminarUn abrazo invernal