[La foto, de Andrew Shiva / Wikipedia, CC BY-SA 4.0]
El complejo es impresionante, con el Museo en el centro, subterráneo, recorrido por un prisma triangular que da acceso a las salas, en un recorrido en zigzag y que acaba en un mirador abierto: tienes que coger aire después de la visita y al final también está la esperanza, gracias a Dios.
Lo que hace este Museo es mostrar lo más claramente y objetivamente posible cómo se produjo el sistemático asesinato de judíos por parte de los nazis. Desde el pasillo central uno va en zigzag, recorriendo las salas
Entras y te encuentras con los antecedentes. Allí hay esvásticas, toda la parafernalia, cosas horrorosas de la propaganda de la época. Eché de menos algo más de las causas intelectuales del nazismo: la culpa se la quedaba todo una especie de antisemitismo histórico que se ligaba sólo al cristianismo, algo a todas luces injusto. No aparecían por ahí mencionados algunos filósofos y algunos ideólogos:
Lógicamente, está prohibido hacer fotos en ese Museo. Yo cojo estas de su web, que os recomiendo.
El Museo es magnífico y está organizado admirablemente. Se sigue muy bien la información general sobre el proceso -tan científicamente diabólico- de aniquilación de los judíos, que se complementa con paneles centrados en historias personales y vídeos de testimonios de víctimas.
Es desgarrador. Para mí fue una experiencia devastadora, como debe ser, aunque la última sala, dedicada a los Justos de las Naciones, esas personas que arriesgaron sus vidas por salvar judíos, me dio mucho ánimo. Creía que serían unas decenas y resulta que son unas decenas de miles, gracias a Dios. El mal parece que puede vencer, pero no, al final no.
Luego está el gran archivo con todos los nombres de las víctimas. Se dice, y ahora me parece que con gran frivolidad, que los judíos no olvidan: yo me alegré de estar en aquel espacio donde guardan todos los nombres de los que murieron.
Y fuera hay un memorial, como una cueva subterránea, donde casi a oscuras oyes leer nombres del medio millón de niños muertos a manos de esos monstruos, los nazis.
Lo que hace este Museo es mostrar lo más claramente y objetivamente posible cómo se produjo el sistemático asesinato de judíos por parte de los nazis. Desde el pasillo central uno va en zigzag, recorriendo las salas
Entras y te encuentras con los antecedentes. Allí hay esvásticas, toda la parafernalia, cosas horrorosas de la propaganda de la época. Eché de menos algo más de las causas intelectuales del nazismo: la culpa se la quedaba todo una especie de antisemitismo histórico que se ligaba sólo al cristianismo, algo a todas luces injusto. No aparecían por ahí mencionados algunos filósofos y algunos ideólogos:
Lógicamente, está prohibido hacer fotos en ese Museo. Yo cojo estas de su web, que os recomiendo.
El Museo es magnífico y está organizado admirablemente. Se sigue muy bien la información general sobre el proceso -tan científicamente diabólico- de aniquilación de los judíos, que se complementa con paneles centrados en historias personales y vídeos de testimonios de víctimas.
Es desgarrador. Para mí fue una experiencia devastadora, como debe ser, aunque la última sala, dedicada a los Justos de las Naciones, esas personas que arriesgaron sus vidas por salvar judíos, me dio mucho ánimo. Creía que serían unas decenas y resulta que son unas decenas de miles, gracias a Dios. El mal parece que puede vencer, pero no, al final no.
Luego está el gran archivo con todos los nombres de las víctimas. Se dice, y ahora me parece que con gran frivolidad, que los judíos no olvidan: yo me alegré de estar en aquel espacio donde guardan todos los nombres de los que murieron.
Y fuera hay un memorial, como una cueva subterránea, donde casi a oscuras oyes leer nombres del medio millón de niños muertos a manos de esos monstruos, los nazis.
Muchas gracias. Impresionante. Acabo de ver la película «Negación», que viene muy a colación. Merece la pena.
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