Un amigo, al quite, me felicita a primera hora: hoy es san Ángel de Sicilia, al que yo reclamé aquí mismo, pero hace ya siete años, como mi santo-santo. Los ángeles no son «santos» como los «santos», si entendéis lo que quiero decir, así que mi santo no es un ángel y menos los ángeles en general.
Yo hoy ni me acordaba, ay.
Para más inri, Facebook, me manda una felicitación de santo con mi propia entrada del blog, como remachando por el lado cibernético de mi olvido.
Ya expliqué que me llamo Ángel no por un término genérico, sino por una persona de carne y hueso y es este santo tan majo y al que he vuelto a olvidar como el villano ingrato que soy.
Bueno, bien. Disfrutemos de esta canción tan triste (y tan bonita), de la que me he acordado varias veces últimamente, en la que yo veo una reconvención a los que estamos navegando las crisis de la mediana edad:
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