El
Museo Gulbenkian está en medio de un parque.
El edificio, una planta diáfana que se recorre en forma más o menos de caracol, fue hecho para que la colección del magnate armenio brillase. Y cómo brilla. La horizontal domina. El hormigón da cobijo para fijarse en las obras:
Cada cierto tiempo las ventanas tamizadas dejan que se intuya el jardin: una delicia.
Es realmente fantástico. Una maravilla.
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