-¡Triste de mí, que me dicen que ni el fornicador ni el avariento ni el maldiciente no han de entrar en el cielo!
– Andá, dice el otro, que no será tanto como dicen; que Dios es misericordioso.
–Andáis buscando achaques con que no matéis la palabra de Dios; a lo menos la herís y debilitáis, como los otros labradores de la viña que a unos mataron y a otros hirieron de los criados del Señor.
Aquel mata la palabra de Dios que dice: –«Quitá allá, que no tengo cuenta con eso».
Aquel la debilita que dice: –«A la vejez seré bueno».
Andá buscando achaques para no ir desconsolado del sermón. Porque salen del sermón desconsolados y a cabo de poco se tornan a consolar y a olvidar de lo que oyeron.
lunes, 16 de noviembre de 2015
Lo que pensamos los pecadores
Es de otro sermón (OC 3.344.23) de san Juan de Ávila, donde reproduce en conversación lo que estaría pasando por la cabeza de sus oyentes a propósito de un texto de san Pablo: Ef. 5, 5):
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Glup!!!
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