Hemos empezado a traducir en clase por la mitad del libro II, donde Tucídides describe los efectos psicológicos, políticos y religiosos de la peste de Atenas, de desesperación al ver que ὥσπερ τὰ πρόβατα (1) ἔθνῃσκον «como las ovejas morían».
Paradójicamente acababan infectados los que superaban el miedo al contagio y se quedaban cuidando a los enfermos, por lo que se produjo el efecto contrario: como mucha gente no salió de casa, murieron solos y οἰκίαι πολλαὶ ἐκενώθησαν (2) ἀπορίᾳ τοῦ θεραπεύσοντος «muchas casas se vaciaron por el problema de quién les cuidase».
Los que se curaban ἐμακαρίζοντό 3 ὑπὸ τῶν ἄλλων «eran felicitados por los demás», porque quedaban inmunizados. Además salían de la enfermedad con la esperanza ridícula (κούφης) de que ya ningún mal les iba a dañar en adelante.
Todo esto en medio del amontonamiento de los habitantes del campo dentro de los muros, con el calor asfixiante del verano ateniense. Así, la masacre se producía «sin ningún orden» (οὐδενὶ κόσμῳ). Había pilas de cadáveres amontonados, había infectados que se arrastraban por las calles y que se apretaban en torno a las fuentes, buscando calmar su «ansia de agua» (τοῦ ὕδατος ἐπιθυμίᾳ (4): un síntoma desolador de la enfermedad).
Los templos, ámbitos de pureza ritual, habían sido ocupados por esos refugiados del campo: τά ἱερὰ ἐν οἷς ἐσκήνηντο (4) νεκρῶν πλέα ἦν, αὐτοῦ ἐναποθνῃσκόντων «los templos en los que habían acampado estaban repletos de cadáveres, muertos allí mismo». Todos los templos quedaban así contaminados y la gente se despreocupó de lo sagrado y de los ritos funerarios.
Yo (ya me gustaría tener el genio de Léon Bloy y Simone Weil para hacer las relaciones un poco de saltimbanqui que voy a trazar aquí) pensaba en Cristo como cordero (1), su vaciamiento (2 cf. Phil. 2.6-7), las bienaventuranzas (3), el deseo de agua (4) y por fin a Jesús que acampó entre nosotros (5 cf. Jn. 1.14) como su templo, purificando toda la realidad.
Lo que se nota como falta o mal en Tucídides, Cristo lo salva.
No entiendo que Cristo salve la falta o el mal en Tucídides. Después de Cristo ha habido males tremendos (por ejemplo, la segunda guerra mundial, en la muy cristiana europa), y no veo el significado de la salvación crística para salvar o corregir el sufrimiento de la gente.
ResponderEliminarNo he dicho nada de "salvar la falta o el mal en Tucídides". He dicho: "Lo que se nota como falta o mal en Tucídides, Cristo lo salva.", es decir Cristo "reconcilia al hombre con Dios".
ResponderEliminarCopio del Compendio del Catecismo:
85. ¿Por qué el Hijo de Dios se hizo hombre? (456-460)
El Hijo de Dios se encarnó en el seno de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, por nosotros los hombres y por nuestra salvación: es decir, para reconciliarnos a nosotros pecadores con Dios, darnos a conocer su amor infinito, ser nuestro modelo de santidad y hacernos «partícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4).
Pongo aquí un enlace de "la Copiosa relación de lo sucedido en el tiempo que duró la Epidemia en la Grande y Augustísma Ciudad de Sevilla, Año 1649": http://fama2.us.es/flgh/media/digital/epidemia_sevilla.pdf
ResponderEliminarDescribe como fue esa epidemia en la que murieron, se ha llegado a decir que hasta 80.000 personas, la Ciudad no alcanzaría de nuevo la población de esa época hasta bien entrado el siglo XX.
Se dieron situaciones dantescas, similares a las referidas por Tucídides. Los muertos se acumulaban por las calles, se abrían “carneros” en cualquier sitio para enterrar, las escalinatas de las iglesias aparecían con cientos de cadáveres cada día, “el intolerable olor hizo cerrar los templos, sacando y trasladando el Stmo. Sacramento (sea adorado amen) a algún decente lugar o vecino Monasterio” hubo quien ante el temor de quedar insepulto, como tantos, y ser pasto de los perros, “ bajando a un carnero abierto, compuso su camilla, donde le pareció menos horrible el espacio y recostándose en ella, entre aquella compañía de cadáveres, se enterró en vida, por no verse arrastrado en muerte”.
El 2 de julio se sacó al Santo Cristo de San Agustín y al día siguiente comenzó a remitir la enfermedad. Desde entonces el Ayuntamiento de Sevilla asiste en pleno a una función ante aquel, (su copia, ya que lo quemaron los rojos en el 36), como voto perpetuo de acción de gracias.
Me acabo de bajar el pdf, para leerlo despacio. Es muy interesante lo que has puesto. Aquí en Santiago hubo una peste y desde entonces el Ayuntamiento hacía un voto a san Roque (patrono desde entonces: ¡en Santiago de Compostela!), hasta este año, que dejaron de hacerlo los de las Mareas, que son "laicos".
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