El día lo acabamos visitando dos pueblos cercanos. En uno nació y vivió Pedro Berruguete (y Jorge Manrique: a ver quién igual a esos dos), en el otro hizo un retablo y allí vivió Alejo de Vahía.
Yo ya había estado en Paredes de Nava una vez. Y ya había estado otra en Becerril de Campos, marcadas ambas con piedras blancas en el libro de mi vida.
Esta vez fue si cabe mejor: el retablo de Paredes de Nava es una cima del arte español, porque es así y porque yo lo digo. Y verlo con amigos que saben y poder mirar las tablas del de Becerril a la altura de los ojos, eso es impagable.
Nos fijamos por ejemplo en pentimenti como este en la boca del ángel de la Anunciación:
O las pruebas con el pincel en el borde de la tabla:
O pasmarme ante el virtuosismo técnico del grandísimo Pedro Berruguete, la gran referencia inicial del arte español, en este velo de la Virgen:
No hay comentarios:
Publicar un comentario