Manolo Prieto, el arte de la amistad, de Pablo Álvarez me ha traído memorias de cuando él venía, en aquellos veranos que pasábamos formándonos en Los Robles, en el centro de Asturias, durante la carrera, a contarnos de sus recuerdos sobre san Josemaría y en general sobre su vida.
A mí me impresionaba mucho su empuje y su sinceridad, su «hombría de bien». Narraba muy bien cuando en una reunión multitudinaria no pudo aguantarse y le gritó a san Josemaría «Mentira» al oírle decir «No valgo nada, no puedo nada, no soy nada» (algo parecido a esto). O de cuando le dio un abrazo y que ese recuerdo le ayudó a tirar para adelante muchas veces que las cosas se le ponían cuesta arriba.
En este libro le vemos entero, con virtudes y defectos bien reales. Ha hecho muy bien su función Pablo Álvarez: es un homenaje verdadero a un hombre que se dejó la vida por los demás, con la mirada en Dios.
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