lunes, 30 de marzo de 2015

Iñaki Uriarte - Diarios (2008-2010)

Es el tercer volumen, que me ha gustado mucho también, como los otros dos (mi reseña del volumen 1 / y dos cosas -una- y -dos- del 2), aunque noto dos temas nuevos:

-Aquí acaba siendo abrumadora la preocupación por la opinión que van a tener los demás de esos mismos diarios, de si realmente merecerá la pena escribirlos y además publicarlos. Este pasaje por ejemplo, que me aplico a mí mismo (con toda la modestia que pueda):
Editar. Que alaben tu comida casera no significa que por ello te creas con la capacidad de poner un restaurante. (51)
-Me he encontrado, sobre todo en la segunda parte, no la alegría del hedonista sereno que va dejando la vida pasar en una indolencia asumida, sino tristeza, una actitud como de aguantar, de espantar cosas, de ir tirando entre los días, pero a la vez con la mentalidad del esprit fort que no cae en debilidades como la religión (esos engaños consoladores). Ahí le veo mucho más verdadero, más triste, pero más verdadero. Me resultó curioso ver que tampoco él entiende el episodio de la higuera del evangelio, pero es de la mitad de la humanidad que simplemente lo pone en el debe de Jesús, en vez de quedarse con la interrogación. Es interesante esto:
Alguna vez fui tan ingenuo de pensar que, con solo desearlo y el paulatino paso del tiempo, yo podría ir convirtiéndome poco a poco en una especie de apacible filósofo helenístico o en un viejo y sonriente sabio chino. Nada más quimérico. Y lo peor no es mi decepción sino mi duda actual de que jamás haya habido en el mundo ningún sabio, ni griego, ni chino, ni nada, como aquellos con los que todavía soy capaz de fantasear. (55)
Por lo demás, sigue muy presente Montaigne (yo sigo sin haberlo leído, una vergüenza). También Borges (me deja perplejo tanta admiración: yo lo tengo en la lista del debe). Y va dejando comentarios sobre literatura tremendamente interesantes. Por ejemplo estos dos:
Leer a Proust debe de ser un mazazo para un escritor. Ahora está de moda leer a Chéjov, a Hemingway, a Carver, y pensar, engañosamente: «Esto lo hago yo». Al leer a Proust no creo que haya muchos que no se digan: «Esto no lo hago yo ni loco». (37)

Tras contemplar a una vecina cuidando sus flores, Virginia Woolf escribió en su diario: «Madame Charasse en su jardín: tal vez eso sea la verdad». ¿Cómo va a ser eso la verdad? Hubo épocas de mi vida en que frases como esa me ponían de los nervios. Ahora ya no. (38)
Y junto a ello, aforismos impresionantes. Por ejemplo estos dos:
Uno es más misterioso para sí mismo que para los otros, que pasan de largo. (64)

Esos que escriben como si en la literatura se tratara de escribir y no de leer. (71)

4 comentarios:

  1. Yo terminé anoche este tercer volumen y su lectura se me ha hecho algo más cuesta arriba que la de los dos anteriores. El personaje de Uriarte sigue igual de simpático, quizá por su pose de aficionado de la literatura, pero me parece que estos apuntes de longitud variable tienen un carácter muy aforístico, de párrafos independientes entre sí y poco trabados en una narración seguida (aunque haya alguna excepción a esto, como las páginas de Nueva York). Has escogido muy bien sus citas. Cuando es mejor son como fogonazos.

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    1. Tienes toda la razón. Yo quizá acabé haciendo aquí una reseña demasiado positiva (no sé si por querer agradar al autor, si la leía: debo de tener algún complejo de inferioridad latente). La sensación, sobre todo de la segunda parte, es de ir perdiendo fuelle, como de estar pidiendo la hora. Va metiendo por ejemplo sus opiniones en economía, bien pobres.
      Lo de Nueva York yo lo vi como la presentación que hace de la "culminación" de su logro vital: el éxito que corona el esfuerzo de escribir. Queda un pelín ridículo: he logrado la cima del arte, me han invitado al Cervantes de Nueva York.

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  2. Estoy de acuerdo, mejores los anteriores.
    Ángel, si no lo has leído, te recomiendo mucho "Lo que cuenta es la ilusión", diario de Ignacio Vidal-Foch. Y a Borges le tienes que dar otra oportunidad. Si se te tuercen los cuentos, reentra por la poesía.

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    1. Me lo apunto.
      Lo mío con Borges tiene su punto de fobia. Es verdad que su poesía es mucho mejor.

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