Al principio de la obra, cuando ha liado al pobre Aristodemo para que se cuele en el banquete (ahí sí que se ve su hybris; y está lleno de ella, leo en Strauss, a ver si lo explica más adelante), va y empieza a quedarse rezagado y acaba dejándolo solo a la puerta. Esto es lo que cuenta un esclavo que manda a ver qué le pasa:
[dijo que] ἄλλον δέ τινα τῶν παίδων ἥκειν ἀγγέλλοντα ὅτι ‘Σωκράτης οὗτος ἀναχωρήσας ἐν τῷ τῶν γειτόνων προθύρῳ ἕστηκεν, κἀμοῦ καλοῦντος οὐκ ἐθέλει εἰσιέναι.’ (175a)
llegó otro esclavo y anunció: - Ese Sócrates se ha retirado al portal de los vecinos y allí permanece de pie. Por mucho que lo llamo, no quiere entrar (traducción de Fernando García Romero)
Y yo voy y me acuerdo de Luis Ricardo, un monstruo de mi infancia. Es que así yo no puedo: yo quiero la intensidad de la atención de Sócrates, no este picotear por todas partes.
Já, já, já, humor y filosofía, hasta yo, que soy más mayor, me acuerdo de Luis Ricardo. supongo que Platón es en su campo como ¿Bach, Beethoven...? gente a la que nunca te la acabas.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojú, Luis Ricardo, (yo lo odiaba) lo tenía almacenado en el fondo de la memoria.
ResponderEliminarYo también recuerdo perfectamente a Luis Ricardo.
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