miércoles, 4 de febrero de 2015

Luis Ricardo cantidubi

Lo de ayer venía a cuento de que en la lectura que estamos haciendo en clase del Banquete de Platón Sócrates me está resultando especialmente fascinante (o inquietante) en sus capacidades que no sé si son sobrehumanas o antihumanas. Quizá especialmente llamativa sea esa capacidad suya inmensa de atención, de concentración, de intensidad, de introspección.
Al principio de la obra, cuando ha liado al pobre Aristodemo para que se cuele en el banquete (ahí sí que se ve su hybris; y está lleno de ella, leo en Strauss, a ver si lo explica más adelante), va y empieza a quedarse rezagado y acaba dejándolo solo a la puerta. Esto es lo que cuenta un esclavo que manda a ver qué le pasa:

[dijo que] ἄλλον δέ τινα τῶν παίδων ἥκειν ἀγγέλλοντα ὅτι ‘Σωκράτης οὗτος ἀναχωρήσας ἐν τῷ τῶν γειτόνων προθύρῳ ἕστηκεν, κἀμοῦ καλοῦντος οὐκ ἐθέλει εἰσιέναι.’ (175a)
llegó otro esclavo y anunció: - Ese Sócrates se ha retirado al portal de los vecinos y allí permanece de pie. Por mucho que lo llamo, no quiere entrar (traducción de Fernando García Romero)

Y yo voy y me acuerdo de Luis Ricardo, un monstruo de mi infancia. Es que así yo no puedo: yo quiero la intensidad de la atención de Sócrates, no este picotear por todas partes.

3 comentarios:

  1. Já, já, já, humor y filosofía, hasta yo, que soy más mayor, me acuerdo de Luis Ricardo. supongo que Platón es en su campo como ¿Bach, Beethoven...? gente a la que nunca te la acabas.

    Un abrazo

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  2. Ojú, Luis Ricardo, (yo lo odiaba) lo tenía almacenado en el fondo de la memoria.

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  3. Yo también recuerdo perfectamente a Luis Ricardo.

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