21.22-24 Aquiles, como el delfín «de enorme vientre», sin piedad, que «devora al que captura», se apodera de doce jóvenes troyanos «estupefactos como cervatillos» (21.29), para sacrificarlos en el túmulo de Patroclo.
21.34-135. Licaón capturado otra vez (21.79-80 el rescate primero a Aquiles le había costado a su padre Príamo 300 bueyes, es decir, 3 armas de oro de Glauco): es el clímax de las escenas de súplica ahora ya todas inútiles. Es a la vez preparación para la escena cumbre con Héctor. Palabras desesperadas de Aquiles (21.106-113): mejor que tú era Patroclo, mejor soy yo, «mas también sobre mí penden la muerte y el imperioso destino».
21.166 rasguño en el codo de Aquiles: «sangre como nube oscura». 21.568 Agénor dice que Aquiles es vulnerable.
21.227 Aquiles acomete como una divinidad: pero 264 no deja de ser más que un hombre contra el dios río Escamandro. Ha llegado a su límite aquí. Lo dice con unas palabras superemocionantes: va a ser presa de atroz muerte (21.281) «como el niño del porquerizo / al que un torrente arrastra» (21.282-3).
Y justo entre tan emoción impregnada de nihilismo, el canto concluye con escenas de opereta, dignas de Humor amarillo:
Atenea deja fuera de combate a Ares, cuyo cuerpo mide siete yugadas (21-407) y a Afrodita (21.426).
21.394 Ares llama a Atenea 'mosca de perro'. Luego en 421 Hera lo dice de Afrodita.
Frente a ellos, 21.464 Mortales semejantes a las hojas: unas veces florecientes , 21.465 "cuando comen el fruto de la tierra", otras exánimes 21.466.
No merece la pena pelearse por ellos, dice Apolo a Posidón 21.467.
Escena especialmente ridícula, de Hera dándole golpes en las orejas a Ártemis y haciendo que gire como una peonza (21.481).
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