martes, 20 de mayo de 2014

Ortega Lara

Siempre discutía con Dios. Luego me arrepentía, me disculpaba y volvíamos otra vez, así día tras día. Al final le decía: «Hombre, por favor, dame una salida. Si no consideras oportuno que salga de aquí vivo, haz por lo menos que me maten. No hagas que tenga que acabar yo mismo con mi vida».

-Eso mismo es lo que le pedía a Dios uno de los personajes de El Maestro y Margarita de Bulgakov cuando Cristo estaba en la cruz: «Dale una salida». ¿Pensó en algún momento que lo suyo era como la Pasión...?
Sí y me enfadaba con Él: «Lo tuyo duró tres días hasta la Resurrección. Pero yo llevo aquí 300, 400, 500 días y no me das ninguna solución». Al día siguiente hacía de tripas corazón y le decía: «Perdona, es que estoy muy enfadado... pero tengo motivos para estar enfadado, ¿no?».

-¿Llegó a compararse con Jesucristo en la cruz?
Me sentía como el más desgraciado de los hijos de Dios. ¡Pero cómo me voy a comparar con Jesucristo...!

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