Los anuncios son nuestras Sagradas Escrituras, nuestros actos de piedad hacer shopping, nuestra devoción máxima el elegir por nosotros mismos [private choice]. Con demasiada frecuencia Dios y el alma dificultan las aspiraciones puramente adquisitivas de las que el mercado depende y nos ponen frente a valores que están en franca oposición al valor verdaderamente sustancial en el centro de nuestro universo social: la etiqueta con el precio. Así que era solo cuestión de tiempo que el ateísmo se deslizase desde los jardines cerrados de lo académico y a través de los vertiginosos nidos de la alta moda cosmopolita y comenzase a manifestarse de un modo groseramente vulgar.
Era también inevitable que, más que enfrentarse por las bravas con las ortodoxias de la época, resultase ser no más que otro producto anodino a la venta en las tiendas, coreado con entusiasmo por una vagorosa cultura mediática no especialmente enemiga de la idea de que no hay valores últimos sino, al final, precio. De algún modo, la trivialidad del movimiento es su principal virtud. Es una alternativa para despistar de la idea de pensar en profundidad. Es un narcótico. En nuestro tiempo (por decir una frase lapidaria) la irreligión es el opio de la burguesía, el quejido del ego oprimido, el corazón de un mundo lleno de juguetes decepcionantemente atrayentes [tantalizing].
martes, 21 de enero de 2014
Un texto revelador
Un texto de David Bentley Hart (The Experience of God, Yale University Press, 2013: 313) citado por Matthew Millinerd. Lo traduzco:
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Valores, Dios mío, valores... Los griegos hablaban de principios; la City, sin duda, prefiere los valores. Me niego a invertir; siempre se acaba desplomando el valor de la las inversiones, a no ser que sepas vender a tiempo las acciones cotizadas. Los valores, cuales sean (el "valor" de la solidaridad es el más peligroso), siempre son relativos. Uno puede no estar a la altura de sus principios, pero siempre sabe con qué altura medirse y, a fin de cuentas, uno puede fallarlos pero ellos no te fallan a ti.
ResponderEliminarEs lo que menos me gusta de este texto, que solo se mueve en el terreno de los valores, aunque sean 'últimos'.
ResponderEliminarComo dice Marcel, lo de los valores no es más que una acción compensatoria del hombre que ha desvalorizado la realidad pasándose los principios trascendentales por el forro.
ResponderEliminarJLC
Sí. El texto lo puse porque me gustó ver al principio de él eso de la religión del "private choice" que estoy viendo tanto estos días en torno al "«debate»" del aborto. También es interesante lo de la extensión del ateísmo a "las masas".
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