Despedí a mis tíos y me fui a asistir a lo poco que quedaba de unas Jornadas de filosofía griega, que me interesaban mucho a nivel de dilettante.
Al salir, me excusé con uno: «Mira», le dije, «no te lo vas a creer, pero no he podido venir a escucharte esta mañana porque llegaron unos tíos míos en una excursión».
El día anterior habíamos estado cenando con algunos filósofos de esas Jornadas y por suerte superamos pronto la fase «lluvia de Santiago / primera vez en Galicia / qué Jornadas tan bien organizadas».
Acabamos hablando de Platón gran parte de la cena, que es lo mejor que se puede hacer cenando con filósofos. Criticamos a algunos contemporáneos del gremio con pretensiones de sistema y acabamos con loas a la filía (φιλία, por ponernos estupendos).
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