Ya me he quejado aquí demasiadas veces de que he perdido el gusto por la ficción; en los últimos años solo era capaz de leer cosas sin grasa ni hidratos (Flannery O'Connor, Waugh, Richard Ford). Es como tener una enfermedad: comes solo jamón ibérico.
Por eso me llevé una gran alegría al comprobar que seguía disfrutando mucho de otro de mis ídolos de antes, Isaac Bashevis Singer. Me lancé a leer los Cuentos que han seleccionado en un volumen gordísimo y comprobé que me siguen gustando lo mismo, si no más.
El otro día empecé Viernes breve (Short Friday) y las diez páginas del cuento me las pasé rezando para que contradijera a Aristóteles y no tuviera ni cambios (περιπέτεια) ni supusiese descubrir nada oculto (ἀναγνώρισις): los protagonistas yo quería que se quedaran como estaban, el sastre y su mujer en la casita del shtetl cerca de Lublin, rodeados de nieve.
Pero nadie contradice a Aristóteles. Y hubo peripéteia y anagnórisis y acabé el cuento y qué contento me puse. Un grandísimo cuento feliz.
Me alegra saber que compartimos una afición más.
ResponderEliminarQue bueno. Lo apunto en mi agenda de "cosas por leer". Me encanta que se vaya llenando.
ResponderEliminarPor otra parte, eso de comer a base de jamón de Jabugo, no hace mal a nadie.
Me alegra coincidir contigo en la predilección por Singer.
ResponderEliminarSaludos