No iba a ser en vano tanto llover. Enfrente del Auditorio aparecieron narcisos:
Así, sin más (o quizá los plantó alguien: se lo agradezco mucho):
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Hace dos semanas, un lunes que iba yo todo mohíno a una prueba al Hospital, vi primero florecido el ciruelo de la escuela de Magisterio y luego narcisos en la carballeira de san Lorenzo.
Me alegraron el día.
Y cuando salí todo contento del Hospital, ¡prueba superada! bien que me fijé todo contento en los narcisos.
Bravo. Por la prueba superada y por el plantador de narcisos.
ResponderEliminarMe alegra la prueba superada. A ver si yo me encuentro unos, este invierno es eterno!
ResponderEliminarNo sabes cuanto me alegro por todo.
ResponderEliminarMe alegro mucho. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo.
ResponderEliminarY de que hasta mohino los vieras.
Y ahora que lo dices, el pruno a la entrada de mi casa no ha florecido aún. Ya me voy a mosquear.
«No iba a ser en vano tanto llover»: ¡qué buen primer verso!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por los parabienes. Y a Juan A. por decir que he escrito un verso: más de lo que podría desear.
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