En la capilla de la Comunión de la Catedral me sorprendió leer 'risus coelestium' al final de la lápida de D. Manuel Lago, arzobispo de Santiago (y dueño de una excelente biblioteca de 7000 volúmenes, que ahora está en la Universidad). Es una frase extraña lo de la 'risa de los celestes' [¿los ángeles?], pero de todos modos está muy bien:
Pulvis est hic ille vir / cui nomen / Emmanuel Lago González / magnifico animo, / acri ingenio,doctrina praestans, / lauro cinctus vatum / religionis adsertor indefessus / Oxomen. necnon Tuden. / gregis pastor mitis et vigilans pastor/ pleniore laudatus ore / decessit / Compostellanus archiepiscopus / annos natus L.IX / XV kalendas aprilis an M.CM.XXV / pax ei risusque coelestium.
Polvo es aquí aquel varón / llamado / Manuel Lago González / de gran ánimo, / de agudo ingenio, destacado en doctrina, / ceñido con el laurel de los poetas, / incansable defensor de la religión. / De Osma y también de Tuy / amable y vigilante de la grey./ Honrado con más amplia voz / murió / como arzobispo compostelano, / con 59 años, / el 18 de marzo de 1925. / Paz para él y risa de los celestes.
En la
Conservación de la sanidad del alma y del cuerpo, libro de 1597 de Blas Álvarez de Miraval (324v) me encontré esto:
Oírse ha también allí risa de alegría celestial, como lo dice S. Tomás en el quodlibeto décimo [no lo he encontrado así en santo Tomás, sólo una referencia mucho más vaga en otro sitio de las Quaestiones Quodlibetales].
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