miércoles, 5 de octubre de 2011
El gran inquisidor en Saremaa
Cerrando el golfo de Riga, la isla de Muhu sirve de puente con la gran isla de Saaremaa (y hay un largo puente entre las dos).
La capital es Kuressaare, donde está el castillo del Obispo -el último que hubo, de finales del XVI.
En la entrada había un cartón con dos figuras con agujeros para las caras -para hacerse fotos: el inquisidor español que el malvado obispo llevó allí para mandar a todos los herejes a la hoguera y que pecó con una jovencita que los herejes le pusieron justo para que pecara con ella. A la jovencita la metieron monja (WTF?, los luteranos?) y al inquisidor lo emparedaron: y su esqueleto apareció sobre una silla frailuna dos siglos después, al picar una pared.
Todo esto es una leyenda que le cuelgan a un ingeniero ruso de 1795 y no hay por qué creérsela: la Inquisición les pilla igual de cerca que a Poe en El pozo y el péndulo. Además, los malos en Estonia son los caballeros teutónicos.
Y hace poco leí que las Artes de la inquisición hispánica, un libro en latín (de un español del XVI; anónimo -por la cuenta que le traía) fue una de las bases del género gótico: ya se ve que sí.
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