De la primera Guía de pecadores de fray Luis de Granada me llamó la atención esta descripción de la imaginación como esclavo fugitivo, como perro, como una bestia salvaje y como un niño mimado:
Pues la imaginación (...) es una de las potencias de nuestra ánima que más desmandadas quedaron por el pecado y menos sujetas a la razón. De donde nace que muchas veces se nos va de casa como esclavo fugitivo, sin licencia, y primero ha dado una vuelta al mundo que echemos de ver adónde está. Es también una potencia muy apetitosa y codiciosa de pensar todo cuanto se le pone delante, a manera de los perros golosos, que todo lo andan probando y trastornando y en todo quieren meter el hocico, y aunque a veces los azoten y echen a palos, siempre se vuelven al regosto. Es también una potencia muy libre y muy cerrera, como una bestia salvaje que se anda de otero en otero, sin querer sufrir sueltas ni cabestro ni dueño que la gobierne. Y demás de tener ella de suyo estas malas mañas, hay algunos que acrecientan su malicia con negligencia, tratándola como a un hijo regalado, al cual dejan discurrir por todas cuantas cosas quiere sin contradicción y sin freno (155-156).
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