Sigo leyendo el segundo volumen de Diarios de José Jiménez Lozano. Esta escena de nieve es de Impresiones provinciales:
Nevada que cuaja, lo que es, para estas tierras, algo muy raro. Así que el espectáculo es la maravilla de las maravillas, como de un estreno del mundo; y me parece que así cae la alegría en nuestra alma, como la nieve, y así nos blanquea.
Si hubiera nevado y helado un poco más, los pinos que hay junto a la casa se hubieran convertido en caprichos de cristal; pero, de todas formas, es formidable ver a una urraca en una rama y, por lo tanto, en medio del blancor deslumbrante. Debe de estar sorprendida (581).
Yo estoy acabando el primer tomo. Es mi última lectura del día, en la cama ya, desde el verano. Qué sabio es, en todos los sentidos de la palabra, JJL. Un místico laico, No sé quién ha hablado, con mucha razón, de su espíritu franciscano. Es uno de los escasísimos escritores españoles de los últimos 50 años que se seguirá leyendo dentro de un siglo. En medio de la chabacanería intelectual del postfranquismo, parece un extraterrestre. Leído en el extranjero, se da uno cuenta de lo poco que tenía de español del siglo XX y lo mucho de españal "eterno".
ResponderEliminarSuscribo todo lo que habéis dicho. Yo he comenzado el tomo primero. Los diarios del segundo los leí en su momento, cuando fueron publicados. Todos ellos están impregnados de la bonhomía que se le salia por los poros. Era hombre de finísimo humor. Me he reído muchísimo con lo que cuenta de aquel sacerdote de pueblo al que mangoneaba su madre, incluso en asuntos parroquiales, y a la que pusieron por mote "la Señá Jesucrista". Impagable
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