Estábamos traduciendo, en el canto XXII de la Ilíada, el pasaje en que Héctor todavía no se ha dado cuenta de que ha perdido definitivamente el favor de los dioses. En realidad, siempre se trató de la gloria de Aquiles, hijo de diosa, a la que además debe favores Zeus, pero eso Héctor no lo sabía.
Antes del duelo final, el ingenuo Héctor le plantea a Aquiles un acuerdo, según el cual quien mate al otro devolverá el cadáver a los suyos. Le contesta Aquiles que no le hable de acuerdos:
ὡς οὐκ ἔστι λέουσι καὶ ἀνδράσιν ὅρκια πιστά,
οὐδὲ λύκοι τε καὶ ἄρνες ὁμόφρονα θυμὸν ἔχουσιν,
ἀλλὰ κακὰ φρονέουσι διαμπερὲς ἀλλήλοισιν,
ὣς οὐκ ἔστ᾽ ἐμὲ καὶ σὲ φιλήμεναι, οὐδέ τι νῶϊν
ὅρκια ἔσσονται, πρίν γ᾽ ἢ ἕτερόν γε πεσόντα
αἵματος ἆσαι Ἄρηα ταλαύρινον πολεμιστήν (22.262-67).igual que no hay entre leones y varones juramentos fiables,ni lobos y corderos ánimo concorde tienen,sino que males maquinan continuamente unos contra otros,así no es posible que nos hagamos amigos, y en absoluto entre los dosjuramentos habrá, antes de que uno de los dos caídode sangre sacie a Ares, guerrero de escudo de cuero.
Yo me acordé, claro, en la línea contraria, del capítulo 11 de Isaías, donde habla de Cristo, "tronco del brote de Jesé". En sus tiempos:
Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano (11.6-8).
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