Al principio de De los nombres de Cristo, fray Luis de León hace una maravillosa descripción de una huerta, el lugar donde va a a tener el diálogo:
Es la huerta grande, y estaba entonces bien poblada de árboles, aunque puestos sin orden; mas eso mismo hacía deleite en la vista, y sobre todo, la hora y la sazón. Pues entrados en ella, primero, y por un espacio pequeño, se anduvieron paseando y gozando del frescor; y después se sentaron juntos a la sombra de unas parras y junto a la corriente de una pequeña fuente, en ciertos asientos. Nace la fuente de la cuesta que tiene la casa a las espaldas, y entraba en la huerta por aquella parte, y corriendo y tropezando, parecía reírse. Tenían también delante de los ojos y cerca dellos una alta y hermosa alameda. Y más adelante y no muy lejos, se veía el río Tormes, que aún en aquel tiempo, hinchiendo bien sus riberas, iba torciendo el paso por aquella vega. El día era sosegado y purísimo, y la hora muy fresca (14).
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