Me leí Las Leyes de Platón este verano, porque el hecho es que no me las había leído. Y la realidad de verdad es que es un libro bastante árido, salvo si eres muy amante del derecho: es como leer el código de derecho civil y a la vez el de derecho penal, junto a un manual de derecho constitucional y mucho de derecho administrativo (tan aburrido llegar a ser en algunos pasajes).
Hay poco en Las Leyes para los que buscamos lo "literario", ya sean imágenes, escenografía o alegorías; todo se lo habla un personaje ateniense, que recibe contestaciones breves de otros dos, un cretense y un espartano, sin que haya prácticamente conversación.
Sí que me llamó la atención la mención frecuente de los títeres. Una vez los cita como diversión para niños (658c). Pero antes (644 d-e), hablando del placer y el dolor en el hombre y de la esperanza y el miedo, dice que en eso somos como títeres de los dioses; ellos tiran de esas cuerdas que están en nosotros, con las que mueven esas aspiraciones nuestras.
Más adelante dice:
el hombre no es más que un juguete inventado por la divinidad, y aun eso es lo mejor que hay en él; y, por tanto, es preciso aceptar esa misión y que todo hombre o mujer pasen su vida jugando a los juegos más hermosos que puedan ser (803c).
El hombre sería así como el ser que juega, y en ello sería como hacen los dioses con el hombre. Y vuelve a continuación a ello:
es preciso que cada uno pase en paz la mayor y mejor parte de su vida. ¿Cuál será, pues, la rectitud en esto? Hay que vivir jugando a ciertos juegos determinados, es decir, sacrificando, cantando y danzando de modo que a uno le sea posible, de una parte, propiciarse el favor de los dioses, y de otra, defenderse contra los enemigos y vencerles en combate (803e).
En 804b repite:
quienes no siendo por regla general más que unos títeres, participan algunas vez en pequeño grado de la verdad.
La imagen de los títeres podría entenderse como expresión de una fundamental falta de libertad respecto a los dioses, pero las menciones que hace del hombre como títere nunca lo muestran como sin libertad: hay algo que puede hacer este, jugar, ser consciente de que está haciendo eso la divinidad con él.
Claro, lo que recuerdo aquí es algo de san Josemaría:
El Señor, que juega con las almas como un padre con sus niños pequeños –“ludens coram eo omni tempore, ludens in orbe terrarum"; jugando en todo tiempo, jugando por el orbe de la tierra- (...)
Pero claro, el contexto es completamente distinto, porque la libertad del hombre es crucial, aunque también es fundamental lo que hace Dios.
También recuerdo en esto a Chesterton, citado por Evelyn Waugh, el famoso tirón del hilo (twitch upon the thread), Ahí habla de Dios como un pescador que nos tiene agarrados de un hilo, con la caña, y tira cuando quiere de ella. Un comentario reciente de Joseph Pearce a Retorno a Brideshead comenta el pasaje muy bien.
Sobre la cuestión de las marionetas en la Grecia Antigua hay un artículo de Aurelio Fernández, al que os remito.
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