Fuimos de paseo burgués hace unos días por la Herradura -esa forma tiene- de la Alameda. Pasamos el banco donde está la estatua sedente de Valle-Inclán y el eucalipto gigante con vista a la Catedral y llegamos al monumento a Rosalía.
Se me ocurrió que podríamos subir a ver la iglesia de santa Susana, una de las pocas de Santiago que todavía no he visto por dentro. Seguía cerrada,pero resulta que se la han dejado a los anglicanos; al menos ahora no tiene los cristales rotos y está sin pintadas, no como la última vez que subí allí, hace diez años lo menos.
Queda tan alejada, que no han cambiado el nombre para ponerlo en gallego:
Luego nos metimos por la carballeira (=robleda), que es una maravilla. Hasta los setenta, creo, hacían allí el mercado de ganado. En el medio vimos un pedrolo. Nos acercamos y en el suelo una pequeña lápida ponía "Castelao".
Le dimos la vuelta al pedrolo, que era un señor pedrolo, con marcas de explosivos de sacarlo de la roca.
Qué de cosas curiosas comentas en esta entrada; lo que se pierde uno al irse de Santiago. Me ha encantado lo del mapa...
ResponderEliminarY fíjate que hay como una figura recostada en los espacios cóncavos: ¿se supone que Castelao?
EliminarSupongo que sí. Rizando el rizo, las extremidades de la figura separan las cuatro provincias, y la cabeza de la misma está situada en Compostela. Tiene más lecturas ese peñasco que muchas de las cosas que nos enseñas del CGAC.
EliminarBuenos, bien está el homenaje. Este era el que decía que entre Galicia y sus vecindades las diferencias no se quedaban en lo lingüístico, lo folklórico o lo racial, sino que iban mucha más allá, a lo geológico y a lo telúrico. Pocos monumentos se le han levantado...
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