lunes, 4 de julio de 2022

Con el Prelado del Opus Dei

Del viernes al domingo estuvo en Santiago don Fernando Ocáriz, el Prelado del Opus Dei. El viernes hubo una reunión, tertulia la llamamos. Podría ser un nombre pretencioso, estando como estábamos unas seiscientas personas, pero que responde a una realidad, la de que el Opus Dei es, de hecho, una familia, bien que bastante especial y muy amplia, y a que ese tipo de reuniones tienen un ambiente familiar (y ya sé que suena raro, pero así es), en el sentido de que no son formales o muy solemnes, sino conversaciones sobre una vocación común, un camino de búsqueda de la santidad, aprovechando que está presente el pastor que lleva a esa partecica de la Iglesia (así la definía san Josemaría). 

La foto es de un momento en que un ganadero le da unos premios de ganado que había logrado. La he tomado de la crónica que hacen del viaje en la página oficial del Opus Dei.

Se estaba muy a gusto, oyendo al Padre animarnos a escuchar con hambre la Palabra de Dios, parafraseando la lectura de ese día del profeta Amós, a enamorarnos de Dios, a pedirle al Señor que, con una jaculatoria latina: Dilata cor meum, nos dilate el corazón para querer a muchos más mucho más.

Contando con la realidad de nuestra naturaleza caída, nos habló de ese impulso de generosidad que tenemos arraigado (me gustó que lo dijera, porque se quiere imponer -me parece- la idea de que somos seres radicalmente egoístas) y nos contó para ilustrarlo lo que les pasó una vez en Lituania: yendo a ver a los primeros de la Obra que fueron allí, por el año 1995, todos los días les saludaba un niño de unos seis años, al llegar con el coche a la casa donde estaban. El Prelado entonces del Opus Dei, don Javier Echevarría, un día le dio unos caramelos que les habían regalado a ellos en una estación de servicio al repostar, y el niño lo primero que hizo fue ir a donde otros a dárselos a ellos. Si a eso le añades la gracia de Dios, añado yo, cuánto bien podemos hacer todos.

El sábado por la tarde celebró la Santa Misa en la Catedral el señor Arzobispo y con él, el Prelado del Opus Dei. Fue muy intensa, así la recuerdo. No era un acto conmemorativo, era una Misa. El salmo responsorial fue precioso. Al final, hubo botafumeiro:


El domingo nos dijo en una meditación, más o menos, que el cielo es nuestro nombre que está en el corazón de Dios, de nuestro Señor Jesús.

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