lunes, 23 de mayo de 2022

Inclinación de mi estrella

[Entre las ocupaciones de mis estudios en mi mocedad, y casi en mi niñez,] se me cayeron como de entre las manos estas obrecillas, a las cuales me apliqué más por inclinación de mi estrella que por juicio o voluntad.

Es una frase increíble de fray Luis, por lo buena y por lo pretendidamente humilde, sabiendo los que leemos sus poesías cómo las cuidó y lo que las debía de apreciar, aunque el hecho de verdad es que salieron póstumas: publicar poesía en castellano un catedrático de hebreo que se había pasado la vida comentando la Biblia no era lo que se esperaba seguramente de él. Frente al "juicio" o la "voluntad", la "inclinación de la estrella" de fray Luis es lo que explicaría esas "obrecillas". 

La cita la conocía, pero no me esperaba la que cierra el libro, que es de don Quijote: "yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante". El hecho es que en el Siglo de Oro se tomaban bastante en serio lo de las influencias de las estrellas en la vocación personal. En este libro se usan esos referentes literarios para titularlo y tomarse también un poco medio en serio medio en broma esa inclinación, causada por una estrella, a la poesía, con un guiño en la portada: la final de la palabra "estrella" es casi un asterisco, de esos que remiten a una nota a pie*, aquí un guiño metaliterario que a la vez es una constatación de su conciencia de la inevitabilidad en su caso de escribir poesía, por más que puedan dudar algunos del peso real de su poesía frente a todo el resto de su producción escrita. La caballerosidad innata de don Quijote es también algo inevitable en Enrique. Poesía y caballerosidad se juntan en el centro del libro: el sentido de la vida que da Dios y la concreción en el amor matrimonial, en medio de la vida diaria de un hombre ahora de mediana edad.

Los primeros poemas del libro son de amor a la poesía, que prefiere, incluso garabateada en una servilleta, a subirse a sesudas mesas redondas. La poesía son "esas pocas palabras que florecen / entre el silencio y la luz" y se insinúa en pequeños instantes de la vida, inspirando poemas cuando quiere. Hay un poema en hexámetros que lo recoge todo como en cifra: el seguir viviendo en este periodo de la vida en el que ya no domina ni el amor a la novedad ni la expectación de cambios, inmerso en la monotonía del ritmo de los dáctilos, se resuelve en la nobleza de espíritu de elevar (y ahí está la poesía) la vida, el matrimonio, la familia a su altura más alta:

En mi torpe rutina se forjan feroces hexámetros
apenas poniendo en su sitio sutiles acentos.

Los poemas de amor recorren toda la gama de los afectos de un amor de madurez: humor, los hijos, la confianza mutua, el deseo de que ese amor perdure. Así expresa el ideal, que nos vale a todos:

Reírse de sí mismos sin reparos
tratar a los demás sin pretensiones
y parecer felices
a los ojos de aquellos que les aman.

No sé qué estrellas marcaron el nacimiento de Enrique. Sí que sé que me alegro mucho de que publique sus poesías, que les dedique sus mejores esfuerzos y que tenga esa caballerosidad de seguir desfaciendo entuertos, por muchas magulladuras críticas que pudiera sufrir.

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*Enrique García-Máiquez, Inclinación de mi estrella, Valencina de la Concepción: Los papeles del sitio, 2022. Se puede comprar en la editorial: un libro tan maravilloso como este lo es también en cuanto libro (papel, diseño, viñetas) y vale mucho más que los €24 que cuesta. Paralelo es el libro de su hermano Jaime, también espléndido, otro que hay que tener.

1 comentario:

  1. Su poesía queda bastante fuera de mi alcance, pero las columnas de D. Enrique se están convirtiendo en unas de mis favoritas. Y qué bueno este post, D. Ángel.

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