Es fascinante toda la cuestión de "las letras" en el Siglo de Oro español. Baste recordar el maravilloso discurso que da don Quijote. En el "Estudio Biográfico" (pero que ocupa casi 400 páginas) de Luis Sala Balust del primer volumen de las Obras Completas de san Juan de Ávila hay un párrafo de una carta de fray Luis de Granada de 1539/40, donde se queja del engaño «que hay debajo de estas letras», porque hace falta el «olio de la caridad»:
Veo que en los letrados, como dice san Agustín, praevolat intellectus; sequitur tardus aut nullus effectus [«revolotea el intelecto: el resultado es tardío o nulo»]. Veo que surgunt indocti et rapiunt paradisum [«aparecen indoctos y arrebatan el paraíso»] y veo que Esaú, que andaba a caza, perdió la bendición y ganóla el simple y doméstico Jacob. ¡Oh, cuantos teólogos anda a caza de sutilezas, volando por el aire, y pierden, si viene a mano, la bendición, la cual gana una vejezuela hilando en su casa...! (Carta al P. Luis de Córdoba, 1539/40, publicada por A. Huerga, en Hispania 10, 1950, 334-335)
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