En el debe de estos días en Burgos está claramente el parchís: un doloroso balance 6-2, que permitió a mis hermanas hasta a ofrecerse a darnos clases para mejorar nuestra técnica parchística: así de humillados acabamos. La verdad es que yo jugué especialmente mal: falta de concentración claramente y algunos errores de principiante, mientras nuestras contrincantes, como buitres al acecho, nos comían inmisericordemente las fichas.
En el haber, lo que me iba contando mi madre en la cocina. Hablamos de esas chimeneas cónicas que había en algunas casas de Hacinas, que llegaban del suelo al techo y conformaban espacios recogidos, de paredes de un negro fuerte, resultado de años de fuegos en el centro de ese cono, donde en el suelo quedaban brasas y sobre la trébede se ponían los cacharros. Además había una olla colgando de la abertura del techo, donde calentaban la comida para los animales. Mi madre me habló de un vasar -esa es la palabra que usó- en un lado: una especie de alacena. Y luego me dijo que tenían un rimero -y esa palabra la usó también con normalidad- de troncos.
Eso nos llevó a recordar la cocina económica que teníamos de pequeños en Castro, una de esas típicas de maestros que construyeron por los años 70 por muchos sitios: mi madre formaba con las astillas justamente una especie de cono y luego metía papeles arrugados de periódicos y aquello ardía muy bien. Limpiaba la superficie de esa cocina metálica con vinagre y aquello olía no muy bien, pero era un olor muy característico, como picante.
Ahí pasó a recordarle mi madre de cuando calentaban ladrillos para meter, envueltos en una tela, en las camas por la noche. Nosotros teníamos bolsas de goma y también botellas. Nos acordamos de una especie de andas donde metía brasas mi abuela Aurora y luego ponía entre las sábanas en las camas: es que el frío de Burgos es mucho.
Y todo esto mientras mi madre iba preparando la comida: alubias rojas (en este caso no pintas) con chorizo y un poco de arroz, bacalao, los huevos rellenos sobre los que echó mayonesa: ahora la hace con muchísima más facilidad, metiendo la batidora hasta el fondo fondo, en un minuto.
En el haber, lo que me iba contando mi madre en la cocina. Hablamos de esas chimeneas cónicas que había en algunas casas de Hacinas, que llegaban del suelo al techo y conformaban espacios recogidos, de paredes de un negro fuerte, resultado de años de fuegos en el centro de ese cono, donde en el suelo quedaban brasas y sobre la trébede se ponían los cacharros. Además había una olla colgando de la abertura del techo, donde calentaban la comida para los animales. Mi madre me habló de un vasar -esa es la palabra que usó- en un lado: una especie de alacena. Y luego me dijo que tenían un rimero -y esa palabra la usó también con normalidad- de troncos.
Eso nos llevó a recordar la cocina económica que teníamos de pequeños en Castro, una de esas típicas de maestros que construyeron por los años 70 por muchos sitios: mi madre formaba con las astillas justamente una especie de cono y luego metía papeles arrugados de periódicos y aquello ardía muy bien. Limpiaba la superficie de esa cocina metálica con vinagre y aquello olía no muy bien, pero era un olor muy característico, como picante.
Ahí pasó a recordarle mi madre de cuando calentaban ladrillos para meter, envueltos en una tela, en las camas por la noche. Nosotros teníamos bolsas de goma y también botellas. Nos acordamos de una especie de andas donde metía brasas mi abuela Aurora y luego ponía entre las sábanas en las camas: es que el frío de Burgos es mucho.
Y todo esto mientras mi madre iba preparando la comida: alubias rojas (en este caso no pintas) con chorizo y un poco de arroz, bacalao, los huevos rellenos sobre los que echó mayonesa: ahora la hace con muchísima más facilidad, metiendo la batidora hasta el fondo fondo, en un minuto.
A ese «negro fuerte, resultado de años de fuegos» aquí lo llamamos «hogar». :-)
ResponderEliminarPuse la palabra "hogar" cuando lo escribí, pero la quité por si parecía que yo hubiera vivido en algún sitio así: nunca viví en una casa así.
Eliminar"Trébede", qué gran palabra. Y ¿"rimero de troncos" lo usa con el significado de la RAE, de cosas amontonadas sin orden, o con otro?
ResponderEliminarSí, creo que sí.
EliminarQuiero decir que lo usaba en el sentido de "montón", aunque quizá con una idea implícita de cierto orden.
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