La comedia tiende a simplificar, respecto a los personajes. En la parábola del juez injusto, Jesús lo hace: los presenta con un solo rasgo de carácter, casi como estereotipos, pero peculiares, porque no corresponden a los más reconocibles de la tradición de la comedia, ni el avaro ni el soldado fanfarrón, por ejemplo; quizá sí haya alguna semejanza con el tandem marido holgazán / mujer persistente, que está ya en por ejemplo en Zeus y Hera en la Ilíada. Estos dos son, sí, presentados en sus extremos: la viuda es extremadamente cansina y el juez es extremadamente injusto en su pereza de no concluir el proceso con una sentencia. La opereta que nos presenta Jesús se acaba no con un palo del personaje bueno al malo, como en los títeres, pero sí con la amenaza al malo de un uppercut.
Todo esto viene a cuento de que me fijé en el verbo que usa el juez para decidirse por fin a acabar el proceso y dictar sentencia, me imagino que a favor de la viuda, porque como es un juez injusto lo último que quiere es enfadarla con un resultado final justo pero contrario a ella. El verbo griego es hypopiadso, formado por hypo- ('debajo'), op- (de donde óptica: 'vista'): dar un golpe por debajo de la vista; es decir, poner el ojo morado.
Para que esta parábola acabase en opereta se tendría que terminar ahí, pero es que esto es una comedia de redención, no una opereta: no estamos con personajes malos, sino con figuras verdaderas presentadas en un trazo: por un lado nosotros, que cuando somos mejores es cuando le sabemos rezar a Dios con toda el alma, cansinos como la viuda, como Bloy (“Yo rezo, como un ladrón que pide limosna a la puerta de una granja a la que quiere prender fuego”), exigiéndole que nos dé la razón; por otro Dios, que no es un juez haragán, que es nuestro Padre, que sólo nos está haciendo rabiar un poco porque sabe que en realidad tampoco tenemos tanta razón y sobre todo está cierto de que no nos conviene todavía que dicte sentencia.
Todo esto viene a cuento de que me fijé en el verbo que usa el juez para decidirse por fin a acabar el proceso y dictar sentencia, me imagino que a favor de la viuda, porque como es un juez injusto lo último que quiere es enfadarla con un resultado final justo pero contrario a ella. El verbo griego es hypopiadso, formado por hypo- ('debajo'), op- (de donde óptica: 'vista'): dar un golpe por debajo de la vista; es decir, poner el ojo morado.
Para que esta parábola acabase en opereta se tendría que terminar ahí, pero es que esto es una comedia de redención, no una opereta: no estamos con personajes malos, sino con figuras verdaderas presentadas en un trazo: por un lado nosotros, que cuando somos mejores es cuando le sabemos rezar a Dios con toda el alma, cansinos como la viuda, como Bloy (“Yo rezo, como un ladrón que pide limosna a la puerta de una granja a la que quiere prender fuego”), exigiéndole que nos dé la razón; por otro Dios, que no es un juez haragán, que es nuestro Padre, que sólo nos está haciendo rabiar un poco porque sabe que en realidad tampoco tenemos tanta razón y sobre todo está cierto de que no nos conviene todavía que dicte sentencia.
¡Qué entrada más interesante!
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