Estoy disfrutando mucho de La imaginación conservadora, el libro de Gregorio Luri. Me lo estoy leyendo a poquitos, en plan hedonista, como si yo fuera un personaje ricachón de una película de Woody Allen que se va tomando el té a sorbos en su mansión de Martha's Vineyard, así de bien. Estoy aprendiendo una barbaridad y me está dando mucho que pensar al hilo de lo que voy leyendo. Y hasta la cosa tiene su punto emocionante para mí, que al empezar el libro me veía en el dilema entre atrincherarme en el reaccionarismo (en el que me veo más a gusto ahora, sin reconocerlo como un mirar atrás, que así más o menos lo define Gregorio) y el conservadurismo (que supongo que era donde estaba hasta hace poco, aunque después de los años lotófagos que sufrimos con Rajoy, nada es lo que parece: como drogados me parece que estuvimos).
Pero mejor os remito a esto que escribe Cavalcanti, difícil como suyo, pero muy sugerente. Un artículo muy bueno también sobre el libro de Luri es el de José María Sánchez Galera.
Ayer me encontré a mí mismo entre las páginas, citando un texto y atribuyéndolo a Russell Kirk, pero leído por Flannery O'Connor. Un subidón verme allí, entre Cánovas (al que le tengo cierto cariño, aunque mira que habló mal de él Clarín en sus artículos que leí cuando la tesis) y Balmes.
En ese capítulo en el que estoy ahora habla Luri de lo que llama «razón victimológica», que es un término que cuadra muy bien a esos estudios sobre grupos que juegan al victimismo y con los que di la paliza la semana pasada aquí.
Pero mejor os remito a esto que escribe Cavalcanti, difícil como suyo, pero muy sugerente. Un artículo muy bueno también sobre el libro de Luri es el de José María Sánchez Galera.
Ayer me encontré a mí mismo entre las páginas, citando un texto y atribuyéndolo a Russell Kirk, pero leído por Flannery O'Connor. Un subidón verme allí, entre Cánovas (al que le tengo cierto cariño, aunque mira que habló mal de él Clarín en sus artículos que leí cuando la tesis) y Balmes.
En ese capítulo en el que estoy ahora habla Luri de lo que llama «razón victimológica», que es un término que cuadra muy bien a esos estudios sobre grupos que juegan al victimismo y con los que di la paliza la semana pasada aquí.
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