Ya hablé con entusiasmo aquí de un libro de José Luis González Gullón, sobre la Academia DYA, la primera residencia que hizo san Josemaría, porque en cierto modo era como la historia del Opus Dei in nuce, un libro central para entenderlo, un estudio muy riguroso en fuentes y que se leía muy bien.
Ahora ha sacado otro libro, Escondidos. El Opus Dei en la zona republicana durante la Guerra Civil española [las primeras páginas las podéis leer en la vista previa de Amazon]. Se lee a toda velocidad, el relato es vibrante y emocionante: esos pocos chicos jóvenes, muchas veces jugándose la vida, ayudan en lo que pueden a san Josemaría, que era un sacerdote de 34 años que tuvo que esconderse en ese Madrid revolucionario de 1936 donde acabaron matando a setecientos sacerdotes, casi todos en esa segunda parte del año.
Hay un vídeo de presentación en el que sale el autor del libro y luego muestra como es ahora la Legación de Honduras, donde san Josemaría estuvo refugiado unos meses:
Ahora ha sacado otro libro, Escondidos. El Opus Dei en la zona republicana durante la Guerra Civil española [las primeras páginas las podéis leer en la vista previa de Amazon]. Se lee a toda velocidad, el relato es vibrante y emocionante: esos pocos chicos jóvenes, muchas veces jugándose la vida, ayudan en lo que pueden a san Josemaría, que era un sacerdote de 34 años que tuvo que esconderse en ese Madrid revolucionario de 1936 donde acabaron matando a setecientos sacerdotes, casi todos en esa segunda parte del año.
Hay un vídeo de presentación en el que sale el autor del libro y luego muestra como es ahora la Legación de Honduras, donde san Josemaría estuvo refugiado unos meses:
En el libro cita cartas entre esos primeros del Opus Dei (25 personas eran en total, más o menos) y con san Josemaría. A mi me ha gustado especialmente la «enumeración caótica» (nunca mejor dicho) que hace él mismo de la habitación donde dormían siete, en esa Legación:
[Además de la mesa, la cómoda y sillas] cinco tazones de loza basta, libros de todos los tamaños en tres o cuatro idiomas, papeles, un par de calcetines limpios y otra ropa interior menos limpia (¡Barredo!), un parchís, una lata de leche en polvo (mala, mala, para hacerle el biberón al diablo), trozos de pan señalados por los doctos dientes del Dr. Valdés, unas hojas gillette mohosas, pedazos de lápiz (con punta, despuntados y con dos puntas) y polvo, polvo, mucho polvo [Carta a los de Valencia 17.04.1937. p. 176-7].Aquí le veis, de paisano, de intendente de la Legación de Honduras, un cargo de muy poco fundamento que le permitió más adelante moverse mínimamente por Madrid:
¡La enumeración caótica es prodigio de buen humor y de descripción de un ambiente!
ResponderEliminar